Lugares de interés

Edificio ubicado en la Calle de Vista Alegre conocido popularmente como “La Fábrica de los Cortes”. Fue diseñado por el arquitecto palentino Jerónimo Arroyo López y construido en torno al 1906, siendo la obra financiada por Doña Catalina Martín García, con la idea de destinarlo a Hospital-Asilo para los niños pobres o huérfanos de la comarca.

Sin embargo, por diversos motivos, el edificio nunca llegó a utilizarse en dicho sentido y en el año 1916 se convirtió en fábrica de harinas movida por electricidad.

La Fabrica

Estructura
En esta obra de Arroyo está muy presente la revitalización del estilo gótico (neogótico), con ventanas de arcos cuatrifolios, rosetones, etc., junto con la elegancia de líneas estilizadas, las formas sinuosas y los motivos florales, reflejo de la búsqueda de la belleza y la preocupación ornamental propias del estilo modernista.

Se levanta en ladrillo cara vista y se cubre con estructura de madera y de teja plana, mientras en el interior los pisos son de baldosa decorada y en el exterior se utiliza la piedra artificial en los abundantes elementos decorativos.

Se trata de un edificio de dos alturas con doble crucero. Cada nave está cerrada con frontones, con óculos en su interior y rematados en pináculos, que engarzan con el aparejo mediante bloques de piedra, a modo de decoradas volutas extendidas. La entrada principal aparece jalonada por dos delgadas columnillas de piedra artificial y flanqueada por dos ventanales de arcos cuatrifolios.

Su adaptación al alineamiento de las calles provoca un curioso juego de remate en las esquinas; ángulos obtusos y agudos se acentúan con el escalonamiento producido por el encuentro de los ladrillos de cada paño. En el interior, profusamente decorado a partir de los mismos elementos neogóticos del exterior, destaca una gran escalera imperial con rellano, flanqueada por seis pilares de fundición.

En la actualidad, el adosamiento de nuevas construcciones (de adobe) a la estructura original, la eliminación de parte de su antigua cubierta y las modificaciones efectuadas en el interior, donde aún permanece la aparatosa maquinaria harinera, han modificado su aspecto y agravado su estado de conservación.

No lejos de la Plaza Vieja, en dirección al castillo, se alzan los restos de un edificio conventual de cuya actividad a penas quedan noticias, conociéndose que estuvo regido por la orden franciscana de los Mínimos.

Antecedentes

Conocido como Convento de Nuestra Señora de la Victoria parece que fue fundado en el año 1606. En el Archivo Histórico Nacional hay documentos de un acuerdo entre Don Pedro Rubín de Celis, Canónigo de León, y el Vicario del Convento de Mínimos de Saldaña, Fray Martín Gutiérrez, sobre la cesión de unas casas en el año 1609. También existe un libro de censos de cobros y rentas de este monasterio de Mínimos de San Francisco de los años 1798-1877.

Tras la retirada de las tropas francesas en 1813, el 13 de diciembre del mismo año se elaborará un informe sobre el estado en que habían quedado los conventos después de la guerra, figurando el de Mínimos de Saldaña como arruinado.

En el Diccionario de Miñano (1826) todavía figura un convento, mientras en el de Madoz (1845-1850) ya no consta su existencia. Tal vez el punto final fueron las disposiciones del gobierno de Mendizábal, del 11 de octubre de 1835 y 8 de marzo de 1836, que culminan el proceso de supresión de los monasterios, la legalización de las exclaustraciones y la desamortización de sus bienes.

Culminan más de 200 años de presencia de los Franciscanos Mínimos en Saldaña, tiempo éste en el que las relaciones con el vecindario no fueron siempre fluidas, detectándose varios conflictos como los reflejados por el párroco de San Miguel Matías Duque, quien en el siglo XVII en sus memorias escritas, cita “encargo muy mucho a mis sucesores que tengan gran cuidado con los frailes mínimos, pues son astutos, fáciles y vengativos y se levantan con todo. Llámanse mínimos pero con humo de mayores. Antes tenían un convento humilde, cual de mínimos. Véase el que agora tienen los pobrecitos…”.

No mucho después de la desamortización su solar comenzó a utilizarse como cementerio municipal y así ha permanecido hasta 1999.

Estructura

Del primitivo monasterio sólo nos cabe observar los restos de las antiguas tapias que rodeaban tanto el edificio como la huerta colindante, quedando además en pie la galería cubierta del lateral este del claustro, la capilla situada en el lado opuesto y parte de algunas dependencias anexas convertidas en instalaciones del cementerio.

A tenor de lo conservado, el edificio fue construido en ladrillo, unido con argamasa de cal y arena, reforzado en zonas muy concretas con pequeños bloques de sillería.

Los cuatro lados del claustro tenían arquerías latericias formadas por series de seis arcos de medio punto que se abrían a un patio, que debió ser cuadrado como han venido poniendo de manifiesto el hallazgo de las bases de las pilastras cuadradas a lo largo de años de enterramientos. Este patio estuvo ocupado ya desde el inicio por las sepulturas de los monjes, siendo esta circunstancia la que dio origen a la utilización de todo el conjunto para esta finalidad.

En la esquina noroccidental del claustro se disponía una minúscula iglesia o capilla de planta rectangular cubierta a cuatro aguas, aún completa, que alberga en su interior un frontal de altar en sillería, rematado con pináculos de bola a ambos extremos del frontón, de época neoclásica.

En el centro de esta estructura se dispone un Crucifijo de talla popular flanqueado por sendas esculturas de madera, correspondientes a dos Santos Franciscanos, del siglo XVIII. Además, en el hueco de una primitiva ventana convertida en hornacina, se encuentra una escultura de la Dolorosa, articulada, vestida y muy deteriorada. Además varias imágenes procedentes de este convento se encuentran en la Iglesia de San Pedro.

Este magnífico ejemplo de ingeniería civil supone desde hace siglos la principal vía de comunicación de la Villa con el sur. Aunque en la tradición popular (e incluso en cierto tipo de literatura) se asocie su construcción a la presencia romana en estas tierras, nada permite comprobar dicho extremo. Sin excluir que sobre su emplazamiento pudiera haber existido alguna estructura de la época, la potencia de las avenidas estacionales del río han borrado completamente sus huellas.

Antecedentes

A partir del siglo XV el desarrollo económico de la Meseta Norte necesitaba una sólida red de comunicaciones. Es de suponer que en esta zona donde el Carrión se ensancha fuera utilizada como vado e incluso que se dispusieran estructuras destinadas a facilitar el paso. Así no es de extrañar que el lugar fuera elegido para levantar una sólida construcción.

Sabemos que se comienza de nueva planta en 1588, estando en obras todavía entre los años 1610 y 1620. Sólo algo más tarde, en 1640, las riadas lo habían dejado en estado de ruina, situación que se acentuará con las de 1642 y 1643.

En el año 1690 los vecinos de la Villa de Saldaña manifestaban que el puente sobre el río Carrión había sido destruido, dejándoles sin paso “para ir a la Corte, mercados y ferias de Peñaranda, Rioseco, Valladolid, Sahagún, …”. Lo cierto es que debieron hacerles caso pues en 1704 se abonaban 890.930 maravedís a Juan Muñoz, maestro cantero de Trasmiera, por las obras de reparación realizadas en el puente.

En el mismo siglo XVIII, ya en 1739 se realizarán adiciones y mejoras en el puente y las barbacanas de la Villa, llevadas a cabo por D. Hilario Alfonso de Jorganes, maestro arquitecto de cantería vecino de Loredo.

A nivel general todas estas reparaciones y mejoras fueron siempre conflictivas en cuanto a quien debía pagarlas, siendo frecuentemente costeadas a cargo de las localidades que se comunicaban a través de los puentes o de aquellas donde estos radicaban.

Los “Diccionarios” de Miñano y de Madoz citan el puente sin precisar demasiados detalles. El primero en 1826 solamente alude a sus veintitrés ojos, mientras el segundo entre 1845-1850, comenta el mal estado de su fábrica de sillería y repite a su composición de veintitrés arcos.

Estructura

Hoy puede observarse un puente de sillería, con 22 arcos de medio punto, rebajados en los extremos, siendo los centrales más altos, coincidiendo con el cauce principal del río. Bajo el forro de sillares, la fábrica se encuentra macizada con mortero de cal, arena y cantos rodados.

El pretil, también de sillería, se levanta una media de 0,60 metros por encima de la acera que bordea la calzada, formando en los extremos del trazado apartaderos (o ensanches para facilitar el cruce de vehículos) que se adaptan a la forma de tajamares y espolones. El uso de los tajamares, salientes destinados a romper la corriente aminorando su empuje, y de espolones, salientes dispuestos en la parte contraria a la corriente para evitar los remolinos que socavan los pilares, asientan y refuerzan la cimentación del puente favoreciendo las grandes luces de los ojos. Las series de arcos de medio punto trasladan los empujes hacia las riberas, lo que influye en el refuerzo de los extremos con el fin de evitar el empuje de los intermedios más altos, donde las claves llegan a enrasar con la calzada.

Las características constructivas permiten diferenciar varias épocas en su ejecución, así entre los ojos 5º al 7º y 10º al 11º  (-siempre contados a partir del extremo opuesto a la localidad-), observamos una serie de elementos propios de mediados del siglo XVI: tajamares angulares, generalmente bajos (excepto en un caso), “de capuchón” con retranqueos escalonados, y espolones similares, prácticamente desaparecidos y sustituidos por otros cúbicos.

A su lado entre los ojos 1º al 5º y del 21º al 22º, los tajamares son angulares y altos, formando apartaderos, a su vez los espolones son cúbicos, altos e igualmente formando apartaderos, todo ello característico del XVII. Para terminar, una serie comprendida entre los arcos 7º al 10º, 12º al 14º y 17º al 21º (en las zonas con mayor paso de agua) reproducen el sistema más antiguo pero realizándose en época más reciente, quizás a finales del XVIII y principios del XIX.

En los primeros arcos, de buena sillería, aparecen varias marcas de cantero ( T, L, C, S, etc.), mientras en los últimos se aprecian abundantes elementos reaprovechados, y en los centrales se constata la mayor calidad de fábrica.

Las rampas de la calzada del puente son muy poco peraltadas lo que da a su perfil un aspecto ligeramente alomado, que se ha ido suavizando con el aumento del tránsito y la  superposición de las diversas capas de asfalto que cubren su enlosado o empedrado original.

Los restos que aún se mantienen en pie sobre el montículo  contiguo al casco urbano, son un mínimo remedo de la antigua fortaleza que señoreó y defendió el caserío tras el paulatino abandono del primitivo asentamiento de la Morterona y su acomodo en un lugar más próximo al río.

Las partes del castillo conservadas permiten apreciar su fábrica original compuesta de un paramento interior y otro exterior de sillería de piedra caliza con un relleno de cantos rodados con argamasa de cal y arena. Para mayor seguridad en la obra se colocaron gruesos travesaños de madera en los rellenos de esquinas y muros. También se utilizaron vigas de madera en los suelos de los diferentes pisos y como dintel de puertas y ventanas.

 

Origen

La fortaleza se remonta según algunos autores a época visigoda (quizás desde el reinado de Leovigildo), cuando Saldaña formaba parte de un conjunto de emplazamientos ubicados en el norte peninsular y cuya finalidad era hacer frente a las periódicas incursiones saqueadoras de los pueblos de la Cornisa Cantábrica.

El descubrimiento entre los muros de un sillar de piedra con una supuesta inscripción árabe (en el que algunos investigadores leen Elhafalyad Laba como términos alusivos al arquitecto de la construcción y el vocablo Hamamat, baños; hoy depositado en el Museo de San Pedro de Saldaña) y el hecho de que las crónicas de Alfonso III, al describir la campaña de Alfonso I del año 777, citen el saqueo de Saldaña, han llevado a otros investigadores a ubicar una fortaleza en esta villa, dado su carácter fronterizo entre musulmanes y cristianos, que con el avance de la reconquista pasaría a ser ocupada definitivamente por estos últimos.

Estas hipótesis son de difícil refrendo para fundamentar el origen del castillo medieval, mientras lo cierto es que documentalmente tenemos indicios de su existencia desde mediados del siglo X y de su posible destrucción en el 995, como fruto de la campaña organizada por el musulmán Almanzor contra el monarca leonés Vermudo II y por ende contra las fortalezas de los Condes de Saldaña, los Banu Gómez,  en esta localidad y la de San Román de Entrepeñas. En este período formaría parte de un conjunto de edificaciones defensivas (junto a las de Guardo, San Román, Cervera), levantadas a partir del fenómeno repoblador y como salvaguarda de la vía que comunicaba Saldaña con La Liébana.

Estos datos vienen a reafirmar la datación al menos altomedieval de la fortaleza. Sin embargo la cuestión es saber si las actuales ruinas del castillo corresponden a aquel edificio mencionado en los documentos, si son los restos de otro levantado sobre las ruinas de uno anterior, o quizás que correspondan a una fortaleza más moderna y los restos del castillo altomedieval haya que buscarlos en un lugar distinto, tal vez en el cercano castro de la Morterona.

Con el fin de responder a estas cuestiones, en 1987 se tomaron varias muestras de las vigas de madera del paramento oriental y fueron datadas por el sistema del C-14. La muestra, una vez calibrada, dio unos límites cronológicos situados entre los años 1000-1050, planteando la posibilidad de que las actuales ruinas correspondan a la fortificación edificada ex novo en las primeras décadas del siglo XI tras ser destruida la  anterior en la campaña de Almanzor del 995.

Las fechas vienen a coincidir también con las obtenidas por los escasos materiales arqueológicos recogidos en las inmediaciones del castillo y que apuntan a una ocupación del edificio entre los siglos XI al XV, destacando el papel jugado nuevamente por esta fortaleza durante los siglos XII y XIII dada su ubicación cercana a las fronteras entre el Reino de León y el de Castilla y los continuos enfrentamientos por estos territorios fronterizos entre ambos reinos.

A partir de esas fechas, la pérdida de su valor estratégico determinará su creciente deterioro, aunque están documentadas ciertas reparaciones a mediados del XVI, principios del XVII y durante el siglo XVIII. Sin embargo, desde esta última centuria parece encontrarse en pleno proceso de ruina como puede apreciarse en los grabados y documentos de la época, llegando a decretarse su demolición ya en el siglo XX, siendo subastado y aprovechado como cantera por el comprador.

De cualquier forma ya desde mucho antes sus restos habían sufrido un proceso de saqueo que afectó principalmente a la sillería de los muros. De ahí que el alzado conservado sea principalmente de núcleos de cal y canto, quedando los revestimientos de sillería exteriores reducidos al arranque de los paramentos.

Estructura

La fortaleza propiamente dicha se asienta en la meseta de un cerro, arcilloso próximo al río, sobre el que se alza más de cincuenta metros. La forma triangular de este espacio (con base hacia el pueblo y vértice orientado a la Morterona) y su eje noroeste-sureste, determinarán la planta del castillo y de las fortificaciones circundantes.

En la zona del vértice se levanta la torre del homenaje, estructura de planta cuadrada con una dimensión interior de 5 metros de lado y muros que superan los 2,5 metros de espesor. Constaba de al menos tres pisos, iluminados por estrechas ventanas, simples aspilleras, sobre los que se dispondría la azotea almenada. Parece abrirse hacia el este, donde se aprecian restos de un segundo bloque regular de 6 metros de lado, con el que se une mediante dos muros paralelos que cierran entre ambos el patio de armas. En su parte oriental se sitúa el aljibe, del que restan una parte del arranque de la bóveda que lo cubría y de dos de los lados, cubiertos con abundante almagra.

Este núcleo central se encuentra protegido con un segundo recinto formado por muros de cal y canto revestidos de argamasa, que sirvió tanto de defensa como de contención de la plataforma principal. Dicha estructura conserva restos de tres cubos semicirculares junto a tramos discontinuos de los paramentos que los unía, hasta una altura de mas de 2 metros, desconociéndose la entidad original de su alzado.

Bloques aislados de este paramento, apreciables en diversas zonas de la parte alta de la ladera permiten intuir su perímetro triangular. El acceso a este recinto se realizaba por el lado del río, a través del camino que asciende desde la base del montículo, iniciándose junto a los restos de dos paramentos que parecen indicar la existencia en este lugar de la  puerta principal defendida por un torreón. Dicha estructura supone tal vez la presencia de un tercer cinturón, totalmente desaparecido, que aprovecharía y reforzaría los fuertes escarpes en esta zona inicial de la ladera.

Existiera o no dicho recinto inferior, lo cierto es que dentro de su potencial perímetro se ubicaron otro u otros edificios asociados a la fortaleza, quizás el convento de San Juan o/y la Iglesia de Santa María del Castillo citados por las fuentes medievales. Esta afirmación se basa en la existencia de un contrafuerte y restos de un muro de contención, en una plataforma amesetada situada en el vértice meridional del cerro. No muy lejos se detecta la presencia de restos humanos que parecen pertenecer a una necrópolis medieval.

Todo lo conservado evidencia el carácter austero de la fortaleza, aspecto que subraya la preeminencia de su función militar sobre la residencial. Rastrear paralelos es siempre difícil en este tipo de edificios donde predomina su adaptación al medio físico en el que se asientan, sin embargo es posible apreciar cierta semejanza formal con el castillo de Vozmediano en la provincia de Zamora, fortaleza de la misma época y de estructura semejante.

Para terminar, señalar que en la vertiente oriental del cerro, en sendas terrazas a altura diferente, se abren las bocas de una serie de cuevas artificiales, en su mayor parte relacionadas con la extracción de arcillas de una tejera próxima, hoy desaparecida.

Sin embargo, alguna de ellas, dada su complejidad de planta (varias galerías con diversas estancias) y el hallazgo en su interior de ciertos materiales arqueológicos (cerámicas) con una cronología medieval, han sido consideradas por ciertos autores como viviendas rupestres modernas (algunas del nivel inferior) o como estructuras relacionadas con la fortaleza (las del nivel superior), posibles sótanos y pasadizos comunicados con ella a través de una serie de accesos hoy ocultos por el derrumbe de parte de sus estructuras.

Origen

Según la leyenda, en el año 754 esta fortaleza estaba bajo el poder de Jusuf el Fihrita. El rey Alfonso I meditaba en su tienda el ataque al castillo tras haber fracasado en dos intentos anteriores. El monarca llevaba siempre una pequeña imagen de la Virgen en la silla de su caballo y se encomendó a ella antes de la batalla, teniendo entonces una inspiración divina, mostrándole la Virgen la salida o camino secreto que por el oeste tenía la fortaleza y que conducía al corazón del fuerte. Al día siguiente, Alfonso I dirige el nuevo ataque al castillo, siguiendo este camino secreto y escarpado, en el que la propia Virgen guió personalmente a cien de sus guerreros hasta la orilla izquierda del Carrión, mostrándoles el paso y llegando a la fortaleza cuando las tropas musulmanas descansaban, haciendo una terrible mortandad y ocupando en pocas horas el baluarte enemigo. En conmemoración de este milagroso hecho, Alfonso I erigió un santuario en el lugar que ocupaba su campamento, sobre el sitio donde tenía la tienda real y se le había aparecido la Virgen, depositando allí su pequeña imagen.

Durante bastante tiempo el santuario dependió del monasterio de Sahagún, desde que en el año 1148  Alfonso VII lo donara a dicho cenobio junto con otras propiedades. Años más tarde, en 1172, el abad de Sahagún, Gutierre, entregó a Doña Mayor, abadesa del convento de San Pedro de las Dueñas (dependiente del primero), la iglesia de Santa María del Valle con todas sus heredades y pertenencias para que las poseyera durante toda su vida y construyese aquí casas y claustro. Sin embargo, la falta de documentación posterior impide conocer si realmente se fundó un pequeño convento junto al santuario. Algunos investigadores han querido ver en el interior de la casa actual del ermitaño los restos de un posible claustro y mencionan el hallazgo de varios enterramientos en sus inmediaciones.

La ermita en el siglo XVI parece depender de la iglesia de Santa María de Valfrío, y en el XVII, tras la desaparición de ésta, pasará a la iglesia parroquial de San Miguel. La fundación de la Capellanía de Nuestra Señora del Valle es del 10 de diciembre de 1655.

Durante estos siglos el templo parece entrar, quizás como mera tenencia honorífica, en el ámbito patrimonial de la Casa del Infantado, figurando en los documentos de la época como “Casa de Santa María del Valle”.

Estructura

Al margen de los legendarios antecedentes, el conjunto que hoy contemplamos parece obra en su mayor parte de los siglos XVI y XVII, con importantes reformas en las centurias siguientes.

El edificio, obra de sillería, ladrillo y mampostería de canto rodado, presenta dos partes bien diferenciadas. El cuerpo del templo tiene planta rectangular, de tres naves separadas por pilares cruciformes y cubiertas a la misma altura con bóvedas de arista, salvo el tramo final de la nave central (crucero) que se cubre con cúpula rebajada sobre pechinas. Estas cubiertas se decoran con yeserías barrocas planas y medallones con pinturas murales (ángeles, motivos florales, etc.). A este cuerpo se le añade en su cabecera una amplia capilla mayor o camarín de la Virgen, realizado en sillería de piedra caliza por Manuel Conde en 1693, según reza en una inscripción. Es de planta cuadrada y se cubre con una cúpula sobre pechinas, decorada con yeserías barrocas, y remata en una pequeña linterna, presentando además al exterior pináculos en sus esquinas.

El templo tiene coro alto a los pies y su entrada se sitúa en el lado de la Epístola, contando además con otro acceso secundario en la nave del Evangelio. Contaba con una torre de ladrillo a los pies de la nave de la Epístola, de planta cuadrada y que no sobresalía en planta, presentándose hoy revestida con muros de sillería y con tres cuerpos, siendo el último de planta octogonal, rematado en una pequeña linterna, y animado, como el segundo, por una serie de arcos de medio punto, todo ello fruto de la remodelación hecha en 1954.

El acceso al templo también se ha visto modificado por varias reformas. En 1786 se construye un atrio con portada de arco de medio punto, enmarcada por columnas dóricas que sustentan un entablamento sobre el que se dispone un frontón, en cuyo interior figura el escudo de la villa de Saldaña. Además el adosamiento al cuerpo principal del edificio de la sacristía en el lado del Evangelio y otro secundario a sus pies (hoy vivienda del ermitaño) crean dos espacios vacíos a ambos lados de la puerta principal que se deciden cubrir ampliando el atrio con dos arcos de medio punto sobre pilares cuadrados a cada lado (obra quizás de 1954).

Nave del Evangelio

Su testero alberga un retablo barroco del primer cuarto del XVIII, con lienzos de la misma época que representan a San Jerónimo, en el cuerpo del retablo, y en el ático, a San Gabriel en el centro y dos Virtudes en los lados.

En el muro de esta nave se abren tres ventanales decorados con vidrieras en las que se representa a San Jerónimo, el Niño Jesús y San Nicolás de Bari.

Capilla Mayor

Constituye el camarín de la Virgen del Valle. A él se accede a través de un amplio arco de medio punto en el que se observa desde el interior la leyenda: QUASI OLIVA SPECIOSA IN CAMPIS (“como olivo precioso en los campos”). Arco cerrado por una reja de hierro de carácter monumental, formada por un cuerpo de barrotes de sección cuadrada, dispuestos en arista frente al espectador y en espiral o cuadrados en los quicios de la puerta central. La reja asienta sobre un basamento de piedra en sus calles laterales y abre en doble puerta rectangular. Entre los vástagos verticales se intercalan decoraciones a base de corazones con frutos de granado en su interior y estrellas que contienen flores de cuatro pétalos, presentando los quicios de la puerta flores y palmetas (que parecen haber estado doradas) y su dintel repujados y una crátera con azucenas. Toda la reja se remata en un friso claveteado con repujados, pináculos y elementos vegetales y geométricos.

La capilla se edifica en 1693, según consta en la inscripción existente en el testero: EL MAESTRO MANUEL CONDE MURIAZ FACIEBAT. AÑO 1693. Su cúpula se decora con yeserías barrocas que imitan una balaustrada de la que parten pilastras con capiteles corintios que confluyen en el arranque de la linterna. Los espacios entre dichas pilastras se decoran con motivos vegetales y florales que forman medallones en cuyo interior se colocan esculturas de pequeños ángeles. Esta balaustrada de yeso arranca de un friso corrido de sillería labrado con relieves vegetales. Las pechinas de la cúpula se adornan con cuatro esculturas en madera policromada de ángeles, que apoyan sobre ménsulas de piedra.

La decoración de los muros del camarín es mucho más barroca, combinándose las yeserías con los relieves tallados en piedra, presentando una organización similar en todos ellos.

Bajo un arco de medio punto se abren dos estrechos ventanales rectangulares enmarcados por ménsulas que descansan sobre cabezas humanas y de animales fantásticos, a modo de gárgolas, de las que penden lámparas de plata y de metales sobredorados. Entre estos vanos se coloca un escudo.

El del muro del testero es el más recargado, presentando en su campo una crátera con azucenas y, rodeando éste, una gran variedad de motivos florales y vegetales tallados en un acusado relieve que parten de una cabeza del rey David situada en la parte inferior, con la inscripción EX SEIVENDEADS FUNDIM CARNEM / FROIVI y bajo ésta, en un medallón, AMOR PASCIT / PIETAS INDULGET. El escudo es coronado por dos ángeles y en él figura la inscripción antes mencionada del autor de la capilla.

Los otros dos escudos reproducen el de la villa de Saldaña y están enmarcados con una decoración similar a la anterior pero menos recargada, figurando en ellos las inscripciones SON LAS ARMAS DE LA VILLA PATRONA DE ESTA CAPILLA,  además de HONOR ET GLORIA y SOLIDEO, a derecha e izquierda del baldaquino.

En un segundo cuerpo, debajo de los escudos, aparecen hornacinas formadas con arcos de medio punto, enmarcados con labras, yeserías de motivos vegetales y rematados con relieves de cráteras conteniendo azucenas y, la de la cabecerea, un pelícano con sus crías. En su interior se colocan las esculturas en madera policromada de San José con el Niño, en el muro del testero, San Joaquín y Santa Ana, en los otros dos. A ambos lados de estas hornacinas figuran otras, bajo los ventanales, en forma de medallones, decoradas también con flores y tallos vegetales, y rematando con cestos que contienen frutos y flores. Estos medallones cobijan esculturas en madera policromada de ángeles, que como todas las anteriormente descritas son obra del XVIII.

Por último, el cuerpo inferior de estas paredes es mucho más sencillo y únicamente presenta medallones bajo las hornacinas centrales, enmarcados por ménsulas y variados motivos geométricos y vegetales.

En el centro de la capilla-camarín figura un baldaquino en cuyo interior se encuentra la imagen de la Virgen del Valle. Este baldaquino descansa sobre un trono de planta cuadrada, cuyo alto basamento se encuentra hoy decorado con placas de mármol y en su frente un mosaico de teselas con el escudo de Saldaña (realizado en 1998).

El trono propiamente dicho es de sillería y está decorado a base de placas con calados de motivos geométricos y pilastrillas que contienen motivos vegetales en bajorrelieve. En su frontal, hecha a modo de grafito, figura la inscripción : FACIEBAT COD. ORATE PRO EO (“lo hacía Conde. Rogad por él”). En su frente está instalado el sagrario.

Sobre esta estructura se asienta un baldaquino de madera policromada, del siglo XVIII, con columnas salomónicas y pequeñas esculturas de los cuatro Evangelistas en las esquinas. Sobre su cubierta en forma de cúpula aparece una pequeña escultura del Arcángel San Gabriel.

En el interior de este baldaquino se encuentra, lujosamente vestida, la imagen de la Virgen del Valle; pequeña talla, de unos 25 centímetros, de madera policromada, que representa a María sentada y sosteniendo al Niño en sus rodillas. De época difícil de precisar dadas las continuas restauraciones a las que ha sido sometida, sobre todo tras el incendio del templo en 1918. Quizás se talló en época gótica, siendo mutilada al parecer en el XVII a fin de vestirla según el gusto de la época. Tras el incendio, se repinta y se la incorpora un nuevo rostro, y quizás es en este momento también cuando se añada la actual imagen del Niño.

Nave de la Epístola

Al igual que sucedía en la del Evangelio, el testero está ocupado por un retablo barroco, con lienzos que representan la Aparición de la Virgen y el Niño a San Francisco, y en el ático, San Rafael en el centro y dos Virtudes en los lados.

En la pared lateral, cobijado por un retablo moderno de estilo neogótico, destaca un gran Cristo crucificado de madera policromada. Es de un tamaño mayor que el natural, con una anatomía contundente y trabajada con gran precisión en los detalles. El peso del cuerpo recae sobre los brazos que se elevan por encima de la cabeza. Esta, con los ojos cerrados, se dispone ladeada en el hombro derecho sobre el que cae también su largo cabello ceñido por una gran corona de espinas. Presenta además un gran paño de pureza.

Es una obra de gran fuerza por el tratamiento del cuerpo de Cristo, pero a la vez de una gran serenidad,al eliminarse en gran parte los rasgos más patéticos de la pasión de Cristo (rostro sereno, escaso tratamiento de las heridas sangrantes y tumefacciones).

Escultura de una gran calidad, con claras influencias de la escuelacastellana, que los investigadores sitúan a comienzos del siglo XVII y próxima al estilo de Rincón.

Este gran Crucifijo se acompaña de otras dos esculturas en madera policromada, del siglo XVIII, que con un tamaño mucho menor, representan a la Virgen y San Juan, formando así un Calvario.

Entre ambos retablos, dentro de una caja acristalada podemos observar el relicario con forma anatómica que contiene la mano y brazo derechos de San Oveco, autor del códice conocido como Beato de Valcavado o Beato de Oveco, una de las mejores copias del Beato de Liébana, que contiene el libro del Apocalipsis de San Juan junto con la explicación de las visiones del profeta Daniel. La obra la termina Oveco el ocho de septiembre de 970 y hoy se encuentra en la Biblioteca Universitaria de Santa Cruz de Valladolid.

El prestigio y fama de las “estampas” miniadas por este monje del monasterio de Valcavado fue tal que las gentes de la comarca ya en el XI le tenían por Santo y le daban culto público. Sus reliquias (“medio brazo suyo desde el codo con su mano, con su hueso, carne y nervios”) se tenían con una gran devoción en la antigua iglesia monacal, convertida en iglesia parroquial tras desaparecer el monasterio. La posterior despoblación de Valcavado llevó al obispo de León, Bartolomé Santos de Risoba, a trasladar las reliquias del monje Oveco a la cercana iglesia de Santa María del Valle, y así, el 23 de julio de 1635 se llevará procesionalmente la reliquia a dicha ermita.

Las ruinas del antiguo Hospital de Misericordia se encuentran la en la base del cerro de Castillo, muy cerca de la iglesia de San Pedro.

Origen

Su origen se remonta al año 1502, o al menos así se deduce del documento que cita la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia, capilla del Hospital, dependiente de la parroquia de San Pedro, fundada en esa fecha. Desde entonces su labor se dedicará tanto a la curación de enfermos como al recogimiento de las personas necesitadas de la villa.

Estructura

El edificio era un gran caserón, casi cuadrado, de dos plantas y cubierto a cuatro aguas, al que se adosan un ala rectangular (iglesia?), y un patio, ambos en la parte posterior.

Lo hoy conservado se circunscribe a las cimentaciones del hospital, al arco de entrada (actualmente expuesto junto al rio) y a los cuatro paramentos, desprovistos de cubierta, de la posible iglesia. Sin embargo, el conjunto se encontraba en pie en la década de los 50 y así puede observarse en ciertos documentos gráficos del momento (postales y fotografías). Desde entonces la degradación ha sido muy rápida, quedando reducido a la ruina completa.

Tanto de la documentación mencionada, como de los restos aún apreciables, se puede comprobar que su fábrica estaba compuesta de ladrillos y cantos rodados unidos por una argamasa de cal y arena. La fachada, muy simétrica, se componía de dos pisos, en el inferior de los cuales se habría la portada principal, enmarcada por un arco dovelado de medio punto, centrado y flanqueado por sendas ventanas con las jambas de piedra y reja de hierro, ofreciendo todo ello un fuerte contraste entre el color blanco de la caliza y el aparejo circundante.

Sobre la dovela central (clave) del arco aparece labrado un escudo cuadrilongo redondeado, invertido, con el jefe curvado hacia abajo y la base con punta hacia arriba. En el campo la carga se dispone en posición normal, estando compuesta por una cruz de pasión, con tres clavos y la cartela INRI, alzada sobre un montículo (Gólgota) en el que se encuentran dos tibias y una calavera humanas.

A este templo pertenecía la Capilla del cercano Hospital de Misericordia, y se anexionará la Iglesia de Santa María de Valfrío, cuya imagen quedará depositada en él, por lo que en algunos documentos se le cita como Santa María en San Pedro.

 

Estructura

Construido en su mayor parte en ladrillo y mampostería de canto rodado, cierra uno de los laterales de la plazuela del mismo nombre y alberga en la actualidad el Museo Monográfico de la Villa Romana de La Olmeda. Es obra de tres naves, con cabecera poligonal, a la que se adosa una capilla en el presbiterio y otras tres en la nave del evangelio. Tiene a los pies, torre cuadrada y dos capillas más.

El arco toral, de medio punto  y abocelado, descansa en pilares cilíndricos que arrancan de amplios basamentos poligonales y están decorados con varias molduras (estrías, ovas) a modo de collarino. Las naves se separan con pilares en forma de T y cruciformes) y se cubren a la misma altura con bóvedas de arista, presentando el crucero cúpula sobre pechinas rematada en una pequeña linterna. Dichas cubiertas aparecen decoradas con yeserías barrocas, generalmente planas, salvo el arco de medio punto de acceso al crucero que realizado en buena sillería y abocelado, descansa sobre ménsulas adosadas a los pilares.

La torre, de planta cuadrada y situada a los pies de la nave central, se empieza a construir en sillería pero terminará realizándose en su mayor parte con ladrillo. Es de estilo mudéjar y presenta tres cuerpos animados por la alternancia de arcos de medio punto de ladrillo, que en el segundo combinan con rectángulos ciegos. El primer cuerpo se abre hacia la nave central por medio de un esbelto arco de medio punto de sillería, bajo el que se disponía el antiguo coro alto del que sólo se conserva el armazón exterior de un órgano.

En el Lado de la Epístola se sitúa una portada neoclásica adintelada y con un remate en forma de gola, en cuyo interior se cobijan dos hornacinas rectangulares. Una de ellas albergó una escultura de San Pedro en madera policromada del XVI (hoy en el interior del templo), mientras la otra aún presenta una imagen en piedra de la Virgen con el Niño del 1580.

El templo parece ser obra al menos de mediados del XVI, levantándose en esta centuria la cabecera y primer cuerpo, junto con la capilla funeraria adosada al presbiterio. Parte de la iglesia se cubrió en este momento con un artesonado de madera mudéjar, como puede apreciarse en los restos todavía visibles en la nave del evangelio, y se decoró con pinturas murales de las que a penas quedan restos por encontrarse ocultas bajo el encalado de las paredes tras las últimas restauraciones.

Será a lo largo del XVII cuando se complete su construcción (o se modifique la ya existente) y se añadan capillas, se sustituyan cubiertas, etc. Las reformas continúan en las centurias siguientes, destacando la construcción de una nueva portada, y culminan con su rehabilitación en la década de los ochenta para convertir la iglesia en museo.

Nave de la Epístola

Sobre un pilar, se conserva una inscripción acompañada por dos medallones con bustos de un  hombre y una mujer, retratos de los donantes:
«SANTIAGO MARTINEZ Y FELIPA GOMEZ SU MUJER VECINOS DE ESTA VILLA FUNDARON EN ESTA IGLESIA LA MISA DE ALBA HICIERON ESTE ARCO DIOLES LA IGLESIA SEPULTURAS DE NUEVE PIES DE ANCHO Y LARGO Y ASIENTOS PERPETUOS PARA ELLOS Y SUS SUCESORES SEGÚN SE CONTIENE EN LA ESCRITURA QUE DE ELLO SE OTORGO CON LICENCIA DEL OBISPO. AÑO DE 1569».

Presbiterio

Retablo mayor rococó, del siglo XVIII, distribuido en tres calles y tres cuerpos. En el segundo, esculturas también del XVIII de San Francisco de Sales, San Francisco Javier, e Inmaculada de la segunda mitad del mismo siglo. En el tercero, San Pedro en cátedra de igual centuria. Mientras en el primero, el espacio destinado al tabernáculo se encuentra ocupado por un Crucifijo del XVII.

El retablo se doró en 1840 según reza en una inscripción pintada en el segundo cuerpo (A DEVOCION DE FRANCISCO DIEZ Y SU MUJER MONICA MICAELA LA MADERA SE DORO AÑO DE 1840).

En el lateral derecho de esta parte del templo se cita una nueva inscripción, pintada, del XVII, hoy oculta por el encalado, que refiere una fundación de misas por un fiel de la localidad:
«AQUÍ YACE DEBAJO D(E ESTE ALT)AR, EL MUY N(OBLE) MATIAS DE OSCO…VECINO QUE FUE Y MAYORDOMO DE… DE, DIEGO GOMEZ (SAN)DOBAL DUQUE DEL (INFANTADO) REGIDOR EN SUS ESTADOS FUNDO EN ES(TA) MISAS CANTADAS EN 17 DE SEPTIEMBRE OTRA DE DICIEMBRE CON SUS VISPERAS PERPETUAMENTE (PARA SIEMP)REALIZAR JAMAS, Y CORRE EN ESTAS FIESTAS POR CUENTA DE LA REN…»

Los pilares de la cabecera que sirven de apoyo al arco toral conservan adosados púlpitos con base de sillería, decorados con barandillas y atriles de hierro forjado.
Junto al presbiterio se abre una capilla funeraria de planta cuadrada abierta también a la nave del evangelio cubierta con bóveda de crucería estrellada, con terceletes, ligaduras, combados y claves decoradas con cruces de San Andrés y flores. La comunicación con el presbiterio se realiza a través de un amplio arco de medio punto, abocelado, que descansa sobre dos columnas, con capiteles y basas muy clasicistas (de influencias dóricas y jónicas).

Interiormente está revestida con buena sillería de piedra caliza, edificada en el siglo XVI como consta en una inscripción:
«ESTA CAPILLA HICIERON ANDRES LOPEZ Y ELENA DE LEON SU MUJER Y DIERON 40000 MARAVEDIES PARA HACER LA CAPILLA MAYOR DE ESTA IGLESIA Y UNA CARGA DE TRIGO PERPETUA Y TRES SEPULTURAS PERPETUAS QUE TENIAN AÑO 1567».

En el muro astial presenta una estructura de sillería destinada a albergar dos sepulturas, aunque solamente cuente con una. Se trata de un sepulcro cobijado por un arco de medio punto. El arca es amplia y su alto frente no presenta decoración, al tiempo que la cubierta es plana, presentando una inscripción en su frente:
«AQUÍ YACE EL SANTO Y NOBLE DIEGO LOPEZ DE CARTAGENA PRESBITERO TUVO GRADO DEL LICENCIADO EN CANONES POR VALLADOLID FUE RICO EN VIDA DIO SU HACIENDA A POBRES Y HOSPITALES VIVIO Y MURIO VIRGEN FAYECIO DIA NUESTRA SEÑORA DE MARZO. AÑO DE 1589».

El hueco del arco es liso y sobre él discurre, en un pequeño friso, la inscripción de los donantes ya mencionada, que se prolonga por el espacio destinado al segundo sepulcro y parte del testero. El espacio remata en un frontón triangular en cuyo tímpano se dispone un medallón con el retrato del busto de la benefactora Elena de León y remata en una flor de lis.

Junto al sepulcro existe un segundo espacio acondicionado para recibir otro enterramiento que no se llegó a practicar, faltando tanto el sepulcro como el arco de medio punto. Unicamente se mantiene la inscripción de los donantes rematada con otro frontón triangular con el retrato del busto del donante Andrés López y sobre él una nueva flor de lis. Todo el conjunto está enmarcado por tres finas columnillas adosadas se dispone sobre una cabeza fantástica de cuya boca surgen los tallos de dos flores que sustentan los frontones con los medallones, decoradas con molduras a modo de capitel, rematando la central en un pequeño pináculo flordelisado.

También en esta capilla también se conserva un Crucifijo del XVII, cobijado en un arco escarzano practicado en el muro del testero, bajo un ventanal  con dintel en forma de venera.

Nave de la Epístola

En el piso de la cabecera se ubica una lápida sepulcral, de piedra caliza, con el campo epigráfico ocupado por la siguiente leyenda:
«AQUÍ YACEN FRANCISCO ROYZ GOMEZ Y FRANCISCO ROYZ GOMEZ SU HIJO Y MARIA ENRIQUEZ SU MUJER Y JACINTO ROYZ GOMEZ SU NIETO ES SUYA PROPIA LA PUSO ALFONSO ROYZ GOMEZ SU BISNIETO AÑO 1670».

Sobre ella se dispone el escudo de armas del linaje, labrado con bulto muy acusado. Es cuadrilongo redondeado, con elementos vegetales y, en el jefe, yelmo con cimera y cuatro grilletas. El campo rodeado con bordura cargada con ocho flores de lis, es  partido y cortado en el flanco diestro. En el primer; cuartel tres roeles puestos en triángulo; en el cuartel inferior árbol en palo con raíces; y en el flanco siniestro cinco armiños separados por fajas.

En el arranque de las bóvedas del testero de esta misma nave, se observa un nuevo escudo. Cuadrilongo redondeado, se dispone sobre una cabeza fantástica de cuya boca surgen los tallos de dos flores, Tiene punta en la base, cantones curvos y, sobre el jefe, yelmo con cimera de seis grilletas. El campo viene cuartelado en cruz, con los inferiores partidos por una espada ranversada en palo. Los blasones del primer cuartel son cinco “corazones”; en el segundo, cortado por faja, la salutación A/VEMA/RIA; en el tercero, un castillo almenado donjonado de tres torres; y en el último, cruz griega de extremos flordelisados.

Nave del Evangelio

Se abren a ella tres capillas, una utilizada como sacristía (hoy almacén del museo), otra como depósito parroquial, correspondiendo la tercera a la Capilla de la Familia Gallo. De planta cuadrada se sitúa en el centro de la nave, a la que se accede a través de una amplia y sencilla reja de forja que arranca de un basamento de piedra moldurado. Esta cubierta con cúpula sobre pechinas con yeserías planas, y parece obra del siglo XVII.

En el muro oeste se adosa un sepulcro cobijado por un arco de medio punto de sillería cuya cubierta es plana, limitándose su decoración a una pequeña cruz inscrita en la parte central del frente, y su arca es amplia, con el frente y su frente aparece ocupado por una inscripción:

«AQUÍ YACEN LOS SEÑORES MIGUEL GALLO MAYORMOMO QUE FUE DE LOS EXCELENTISIMOS DUQUES DEL INFANTADO EN SUS ESTADOS DE CASTILLA Y LEON Y DOÑA ANA DE BELASCO SU LEGITIMA MUJER Y EL LICENCIADO IOAN GALLO DE BELASCO HIJO DE DICHOS SEÑORES Y CURA QUE FUE DE ESTA IGLESIA Y EN CONSIDERACION Y AGRADECIMIENTO DE LO MUCHO QUE LES DEBIO Y AMOR QUE LES TUVO Y TIENE. EL DOCTOR D. FRANCISCO GALLO DE VELASCO CANONIGO DE LA SANTA IGLESIA DE LEON Y CONSULTOR DEL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN DE VALLADOLID HIJO DE DICHOS SEÑORES MIGUEL GALLO Y DOÑA ANA Y HERMANO DE DICHO SEÑOR CURA LES EDIFICO ESTE SEPULCRO Y LES TRASLADO A EL EN TRES DE FEBRERO DE 1696. CON PROHIBICION DE QUE PARA SIEMPRE JAMAS NO SE ABRA PARA PERSONA ALGUNA AUNQUE SEA EL PATRON DE ESTA CAPILLA. REQUIESCANT INVENTARIO PACE AMEN»

Algo por encima del sepulcro y descentrado, fue colocado el escudo de armas del benefactor. Es cuadrilongo redondeado y tiene en el jefe, yelmo con cimera y visera de cuatro grilletas, y campo cuartelado en cruz. En el primer cuartel, un caballero armado asalta con una escalera un castillo donjonado de tres torres, escena rematada con una banderola sin leyenda apreciable y por tres gallos en palo  colocados en la filera del cuartel. En el segundo, seis castillos donjonados de tres torres con disposición ajedrezada;  en el tercero, jarrón de dos asas del que sobresalen cinco azucenas con tallo; y en el cuarto, cruz griega de extremos flordelisados.
El “depósito parroquial” ocupa una gran capilla rectangular, con reja de forja del siglo XVII, donde de almacenan los elementos retirado del interior del templo tras su reconversión en museo y las imágenes utilizadas en Semana Santa:

  • Escultura de San Pedro de madera, muy deteriorada, antes ubicada en la hornacina exterior, hoy vacía, situada sobre la portada.
  • Retablo del siglo XVII
  • Pinturas sobre lienzo del siglo XVII, situadas anteriormente bajo el coro:
    • Calvario, con la inscripción del donante: …PAS DEXO EL DOCTOR FRESNEDO CURA DE ESTA IGLESIA Y COMISARIO DEL SANTO OFICIO. SUCEDIÓ EN ELLO SU SOBRINO FRANCISCO DE FRESNEDO, ACABOLO Y PAGOLO AÑO DE 1624.
    • Virgen de la Soledad,  con la inscripción: ESTE CUADRO DIERON POR SU DEVOCION JULIO DE POZA FAMILIAR DE SANTO OFICIO Y JULIA CAMPO SU MUJER VECINOS DE ESTA VILLA EN EL BARRIO DE SAN JUAN. AÑO DE 1670.
    • Escultura de Cristo yacente, articulado, de hacia 1600 (actualmente dentro de una urna, participa como paso en las procesiones de Semana Santa).
    • Tabernáculo de fines del XVII-XVIII con Santo Franciscano.
    • Pinturas sobre lienzo de la Virgen entregando el rosario a Santo Domingo y Sagrada Familia.
    • Dos pinturas sobre tabla, sueltas, con Descendimiento y posible Anunciación.
    • Retablo del siglo XVIII, salomónico.
    • Retablo del XVIII, rococó, con escultura de Santo Domingo del XVII y dos Santos Dominicos de la misma época.
    • Grupos escultóricos modernos utilizados como pasos de Semana Santa.

Ubicada en la Plaza de España, es un templo documentado al menos desde 1362, al que se anexionarán iglesias hoy desaparecidas, como la Capilla-iglesia de San Esteban (en 1569), situada en la Plaza Vieja, próxima a la Casa del Concejo, que parece haberse reunido a veces en ella; la Ermita de San Lázaro, en el entorno de la actual plaza del Marqués de la Valdavia; y la Iglesia-ermita del Espíritu Santo, en cuyo solar, en la calle Vista Alegre,  aún se conserva una cruz de piedra.

Estructura

Construcción en su mayor parte de ladrillo. Se levanta a partir de una planta de tres naves, separadas por pilares cilíndricos, que descansan sobre podios, cuya parte superior está delimitada por una moldura decorada con bolas y sogueado, motivo que se repite en el arranque de los arcos que separan las naves y en las ménsulas de las que parten las nervaduras de las cubiertas. Los dos primeros tramos de la iglesia se cubren con bóvedas de crucería estrellada, con terceletes, ligaduras, claves decoradas con motivos geométricos, alegóricos o heráldicos, y yeserías del XVII. El resto de las naves se cubre con bóvedas de crucería con yeserías planas.

Tiene coro alto a los pies, apoyado en dos columnas, que alberga un órgano barroco del siglo XVIII, y en su testero plano se adosa una torre cuadrada de tres cuerpos construida en piedra y ladrillo.

La portada, construida en ladrillo, es obra del XIX, presentando una amplia entrada con arco latericio de medio punto sobre la que se abren tres ventanales, toda ella rematada en un amplio frontón triangular con óculo central.

Nave del Evangelio

Presenta tres capillas laterales. Una de ellas, la actual sacristía, (antes capilla de los Calderón-Santander-Eraso o de la Trasfixión) se cubre con bóveda de crucería estrellada gótica, estando enmarcada por un arco (hoy condenado) todo él perfilado por una moldura decorada con bolas.

Esta capilla gótica, de carácter funerario, junto con las bóvedas de crucería de nervios rectos y los pilares cilíndricos decorados con bolas, permiten fechar la mayor parte del templo a finales del siglo XV y primera mitad del XVI (capillas funerarias y cabecera), siendo reformado en las siguientes centurias (cubiertas de los pies, coro alto, portada, torre) y añadiéndole otras construcciones como la casa rectoral.

En la cabecera de la nave del Evangelio se sitúa la Capilla funeraria de los Santander-Osorio, hoy perteneciente a los Marqueses de la Valdavia.

En ella encontramos un retablo plateresco de casillero, en el que los elementos horizontales (banco, frisos y cornisa) y verticales (columnas) se cortan formando una retícula. El resultado es un rectángulo plano de estrecho banco, con tres cuerpos y tres calles, siendo la central ligeramente más ancha que las laterales.

En él alternan hornacinas, con esculturas, coronadas con conchas o veneras de charnelas dispuestas hacia fuera, separadas por columnillas agrutescadas. Tanto estas columnillas como el banco presentan una decoración menuda, de escaso resalte, característica de la primera mitad del XVI, que invade todos los espacios disponibles adoptando una estricta simetría, con motivos vegetales y geométricos, además de uno heráldico en el centro del banco (escudo del Sagrado Corazón sostenido por ángeles).

En el interior de las hornacinas se disponen esculturas de madera policromada, todas del XVI y de estilos diferentes, aunque toscos. El orden de las escenas existentes actualmente no parece ser el original (estando claramente modificado el cuerpo inferior, donde faltan las conchas que rematan las hornacinas). Destacan las dispuestas en la calle superior,  Visitación, Virgen con el Niño (“Virgen de la Leche”) y el grupo de Santa Ana con la Virgen y el Niño. El resto de calles se completa con otras de menor calidad formal, grupo de la Misa de San Ildefonso, San Bartolomé, Santo y Santa, San Cristóbal y San Antonio.

En el centro de esta capilla funeraria se encuentra un gran sarcófago exento orientado hacia el retablo, en el que reposan los restos de tres miembros de la familia Santander-Osorio. Es de planta rectangular, tallado en caliza blanca dorada, con pátina brillante y  policromada.

Consta de una alta peana decorada con elementos platerescos (vegetales y fantásticos) y los escudos de este linaje familiar que ponen en evidencia el lugar social de los difuntos. Sobre este basamento se dispone la cama sepulcral donde están esculpidos en bulto acusado, tres representaciones  yacentes, un varón y dos figuras femeninas, posiblemente las esposas de éste.

En el centro, el hombre reposa la cabeza, cubierta con gorro, sobre dos almohadas. Tiene el pelo recogido con una redecilla que cubre su frente y el rostro presenta los ojos abiertos, tupida barba y los rasgos físicos representan a una persona de mediana edad. Viste la indumentaria propia de su condición social adecuada a la moda del momento, en el cuello pende una cadena de grandes eslabones circulares y, en la cadera izquierda,  una larga espada cuelga del tahalí, mientras sus manos se cruzan en actitud devota sobre el pecho sujetando un libro cerrado. Apoya los pies en una figura de perro recostado (símbolo de fidelidad, superioridad).

A ambos lados del difunto están representadas dos mujeres que también descansan sus cabezas sobre almohadas con flecos y bordados. Presentan rostros blandos, con mejillas y barbillas redondeadas, de suaves expresiones y ojos abiertos. Visten ropas más sencillas, incluso una de ellas parece portar hábitos monjiles, mientras la otra con un peinado muy cuidado, se adorna con medalla y collar de eslabones rectangulares. Sus manos se disponen sobre el pecho, sujetando una de ellas un libro abierto y la otra con las manos en actitud devota portando un rosario . A sus pies aparecen dos figuras de doncellas arrodilladas sobre un reclinatorio sosteniendo un libro abierto en el que parecen leer las oraciones de la liturgia de difuntos (símbolos de la fidelidad, dignidad y poder del señor).

El sarcófago parece representar los matrimonios de este personaje como inseparables en la vida y  en la muerte. Los yacentes aparecen representados como adormecidos (la muerte no es más que un sueño previo a la resurrección). Hay un cierto realismo en su tratamiento, pero matizado por rasgos suaves y delicados (cierta idealización y serenidad), destacando además el trabajo de vestiduras (telas duras y pesadas formando abundantes pliegues quebrados) y otros elementos secundarios (almohadones, decoración de la peana, etc.). Todos los aspectos señalados permiten fechar la obra a finales del siglo XV y la primera mitad del XVI, poniéndola en relación con otras procedentes de los centros artísticos de Burgos y Valladolid.

Los escudos, dispuestos en el centro de cada uno de los laterales de la peana, representan los blasones del linaje familiar, todos tienen forma cuadrilonga redondeada con punta en la base y sólo uno de ellos los cantones curvos.

El situado frente al retablo, tiene el campo cuartelado en cruz, portando en el primer cuartel, una cruz de San Andrés, con flor de lis en el sotuer superior e inferior, donde además se representan tres calderas con asa en faja; en el segundo, se repiten idénticas figuras y disposición; en el tercero, un torreón almenado superando ondas de agua con peces; y en el último, un águila posada, con alas extendidas y cabeza a la diestra. La bordura viene cargada de cuatro castillos donjonados de tres torres.

El orientado hacia el presbiterio, también cuartelado en cruz, tiene en el primer cuartel un torreón almenado superando ondas de agua con peces; en el segundo, una flor de lis; en el tercero, nueve estrellas en cuadro, de tres en tres; en el cuarto león rampante encadenado a un árbol.

El dispuesto hacia la nave, cuartelado en cruz, repite las armas del primero aunque en disposición diferente. En el primer cuartel, un águila posada, con alas extendidas y cabeza a la diestra; en el segundo, una cruz de San Andrés, con flor de lis en el sotuer superior e inferior, donde además se representan tres calderas con asa en faja; en el tercero, un torreón almenado superando ondas de agua con peces; y en el último otra vez el motivo del segundo. En la bordura presenta nueve castillos donjonados de tres torres.

El último escudo, tiene un creciente lunar ranversado sobre cinco estrellas, a su vez sobre un segundo creciente lunar ranversado sobre flor de lis. La bordura es lisa.

Estos mismos blasones se repiten en algunas de las casas señoriales que ocupan los lugares principales de la Villa, dispuestos en combinaciones diferentes que reflejan el mestizaje entre unos linajes que dirigieron los destinos de la población en los siglos XV al XVIII.

En la misma capilla se dispone un banco barroco de madera, con escudo cuadrado que reproduce los blasones existentes en el sepulcro, concretamente los del orientado hacia el presbiterio.

En un lateral de la misma nave del Evangelio, se sitúa la Capilla funeraria de los Santander – Calderón – Eraso, también llamada Capilla de la Trasfixión, hoy cerrada por un muro y convertida en sacristía.

Esta cubierta con bóveda de crucería estrellada, con terceletes, convados y ligaduras, cuyas nervaduras arrancan de impostas en forma de columnillas situadas en la parte superior de las cuatro columnas. Estas, parcialmente embutidas en el muro, se levantan sobre plinto y tienen una base decorada con molduras verticales.

En su interior existe un pequeño retablo plateresco, de la primera mitad del XVI, de casillero, plano y rectangular, formado por un estrecho banco, con dos cuerpos y tres calles, teniendo la central el doble de anchura que las laterales, y rematando en un ático formado por una gran venera de charnelas dispuestas hacia adentro.

De factura similar al existente en la capilla anterior, en él alternan hornacinas con esculturas coronadas por conchas de charnelas dispuestas hacia adentro, separadas por columnillas agrutescadas. Tanto las columnas como el banco, se decoran con temas geométricos, vegetales y fantásticos, de talla menuda y escaso resalte, dispuestas simétricamente y extendiéndose por todos los espacio disponibles.

Las esculturas colocadas en las hornacinas no parecen ser en su mayor parte las originales (algunas sobresalen, otras están encajonadas). Destacan las ubicadas en el primer cuerpo, siendo sin duda las de mayor calidad del templo.

En este cuerpo se representa el Llanto sobre Cristo Muerto. En su calle central aparece el relieve con el grupo de La Piedad, obra atribuida por algunos autores a un maestro anónimo, con un estilo definido pero poco elaborado, que imita la obra del denominado Maestro de San Pablo de la Moraleja (Valladolid). De él toma la opulencia de las indumentarias (Magdalena), el sentido dramático de las escenas (Virgen y Jesucristo), la forma alargada y cóncava de los rostros (San Juan) y la curva continua de los brazos. Obra encuadrable en los años 1500-1510 con fuertes reminiscencias gótico flamencas, pero donde la influencia italiana puede ya apreciarse en la elegancia de las figuras y en la expresión de los rostros.

El grupo se completa con las esculturas de José de Arimatea y Nicodemo en las hornacinas laterales, que parecen algo posteriores al grupo de La Piedad y pueden ser obras del mismo taller pero de distinta mano (algo más toscas, presentan cuerpos desproporcionados) y en ellas se nota una mayor influencia de la escuela burgalesa.

En el segundo cuerpo, en su calle central, se encuentra una Inmaculada del XVI, flanqueada en las calles laterales por esculturas de San Fernando y Santo Dominico ambas del XVIII. En los extremos del ático, esculturas del Buen y Mal Ladrón que destacan por la fuerza expresiva de la disposición de los cuerpos y de las actitudes, y en el centro un pequeño Crucifijo, todo ello del siglo XVI.

A ambos lados de la capilla se sitúan sendos sarcófagos adosados al muro, cobijados por arcosolios de medio punto, mirando hacia el retablo. Son de planta rectangular, tallados en piedra caliza blanca dorada, pulidos y policromados, con una cronología de finales del siglo XV o principios del XVI.

El del lado del Evangelio corresponde a un caballero. Consta de una alta peana decorada con un Calvario central, rodeado por una retícula en cuyo interior se repite un motivo floral de cuatro pétalos. En la cabecera se dispuso un escudo cudrilongo redondeado con punta en la base y dos amorcillos tenantes. En el flanco diestro tiene cinco calderas, y en el siniestro, castillo donjonado de tres torres superando un lobo atado a él.

Sobre el basamento, la cama sepulcral presenta una inscripción lateral con caracteres góticos (AQUÍ ESTÁN SEPULTADOS LOS SEÑORES GUTIERREZ CALDERON ET VEATRIZ DE SANTANDER), sobre la que se encuentra esculpida en bulto muy acusado una representación yacente del difunto. La cabeza, cubierta con un gorro vuelto, descansa sobre dos almohadas con flecos y bordados. El pelo largo que le cae hasta los hombros  cubre su frente, mientras el rostro, con los ojos abiertos, tiene mejillas y barbilla redondeada, rasgos de una persona aún joven. Viste como caballero, con faldellín corto, rodilleras y grebas en las piernas. Las manos se cruzan sobre el pecho, sujetando con la izquierda una gran espada con pomo en forma de cabeza animal. A sus pies un perro descansa sobre un cojín que a la vez cubre unas rocas.

El del lado de la Epístola es de una dama, consta de una alta peana con el tema de la Anunciación en el que las figuras (Arcangel y Virgen María) están separados por una crátera con azucenas. En la cabecera aparece un escudo de la misma forma que el anterior, soportado también por dos amorcillos tenantes, con el campo cuartelado en cruz. En el primer cuartel se inscribe una cruz de San Andrés, con flor de lis en el sotuer superior e inferior y tres calderas con asa en faja; en el segundo, se repiten idénticas figuras y disposición; en el tercero, un torreón almenado; y en el último, un águila posada, con alas extendidas y cabeza a la diestra.

En el lateral de la cama sepulcral se alinea una inscripción con caracteres góticos, solo parcialmente legibles (…SANTANDER QUE EN GLORIA SEA: EL CUAL SANTANDER …). Sobre ella aparece la figura del yacente, una dama, labrada en bulto muy acusado. Tiene la cabeza apoyada en dos almohadas bordadas, cubierta con velo por encima de una redecilla que recoge el pelo. Los ojos permanecen abiertos y el rostro, definido por unas mejillas redondeadas y una barbilla ligeramente prominente, apunta a una persona ya adulta. Viste con un largo manto, su mano derecha descansa en el pecho mientras la izquierda sujeta un rosario. A los pies vela una doncella que mantiene un libro abierto en sus manos y junto a ella, un pequeño perro con collar.

Presbiterio

Se encuentra presidido por el retablo mayor, realizado hacia 1640. Consta de tres calles,  con banco, cuerpo y ático. En el banco se inscribe toda una serie de relieves que incluye imágenes de San Juan Bautista, San Bartolomé, San Juan Evangelista, San Simón Apóstol, Oración del Huerto, Santo Apóstol, Retablo MayorSantiago, San Pablo, San Andrés, San Felipe, Camino del Calvario,  dos Santos Apóstoles, San Andrés y San José.

El único cuerpo se encuentra ocupado por relieves de la Misa de San Ildefonso e Imposición de la Casulla al mismo Santo, con una escultura de la Inmaculada en la calle cenital. Los relieves alusivos a la vida de San Ildefonso rematan en frontones partidos con bustos en el tímpano y ángeles recostados en las cornisas, encima de los que se dispusieron relieves de las Virtudes. Este cuerpo queda completado con dos frontones curvos partidos que albergan bustos-relicarios, y con frisos vegetales a base de roleos y candelabros.

En el ático se observa una escultura de San Miguel Arcángel, y sobre éste, Padre Eterno. Dentro del encontramos igualmente un Crucifijo exento del siglo XVI.

Se tienen noticias de la existencia de un sagrario ilustrado por el pintor Juan de Saldaña, compañero de Pedro Valduque, de la escuela de Medina de Rioseco, autores de la decoración de otros existentes en la comarca como el magnífico ejemplar de Vega de Doña Olimpa.

Nave de la Epístola

En la cabecera de la nave de la Epístola, formando parte de un retablo salomónico de fines del XVII, con frontal decorado con sirenas, se encuentra el conocido como “Cristo del Amparo”.

De canon alargado y de anatomía muy estilizada pero trabajada con gran precisión en los detalles. El peso del cuerpo recae sobre los brazos que se elevan por encima de la cabeza. Esta, ladeada sobre su hombro derecho, presenta el cabello y la barba caídos en largos mechones puntiagudos sobre el pecho. Coronado con una gran corona de espinas y los ojos cerrados. Con paño de pureza, de pliegues angulosos, pegado al cuerpo.

Obra con fuerte aire patético (tratamiento de brazos, heridas sangrantes, tumefacciones) y de una gran calidad estética y de tipología poco frecuente en la región, lo que ha hecho a algunos autores relacionarlo con los talleres escultóricos que trabajan en el sur de Alemania en el siglo XVI y plantear la posibilidad de que sea una obra importada.

En el ático de este mismo retablo se sitúa una escultura de San Francisco de hacia 1600, y sobre la cornisa de las columnas sendas esculturas de Santas.

Frente al retablo se ha instalado la pila bautismal, del siglo XVI, procedente del baptisterio. Es de piedra caliza blanca, con cubeta hemiesférica decorada al exterior con gallones muy regulares y un taqueado bajo el borde.

Obras de Orfebrería

El templo cobija un pequeño conjunto de obras de orfebrería, entre las que destacan:

  • Custodia de templete realizada en los talleres leoneses y fechada en 1638. En la base de las columnas Jerónimo de Neira en León. Con marcas A/INDTR y CANDA. Gran custodia dorada, en forma de sol radiado, barroca.
  • Cáliz liso. Cáliz liso con el escudo del obispo que fue de Segovia, Don José Fuente. Cáliz liso con marca Pedro Márquez. Cáliz gótico con las marcas PALE y PALA. De plata sobredorada y realizado en Palencia a principio del XVI.
  • Hostiario con marca Pedro Ortiz.

Aunque más transformados que los anteriormente vistos en la Plaza Vieja, también podemos encontrar buenos ejemplos de casas con soportal en los entornos de la Iglesia de San Miguel, en las plazas España, del Trigo y del Lino, y menos céntricos en la calle Ricardo Cortes.

Plaza de España

En ella los edificios tradicionales llegan a alcanzar en alguna ocasión las cuatro alturas. Al aumentar su altura y  disponer de fachadas estrechas, los vanos se distribuyen en ejes verticales muy ordenados, animados por abundantes balcones;  fachadas que se encalan, se adornan con yeserías, donde las cornisas con aleros de madera  han sido sustituidas por molduras de yeso. En los soportales encontramos grandes pies derechos de madera pero también pilares y columnas, de piedra o ya con materiales modernos.

Frente a la iglesia parroquial se ubica la actual Casa Consistorial, edificio moderno presidido por un escudo cuadrilongo redondeado con punta en la base, rodeado de elementos apergaminados y sostenido por sendos amorcillos tenantes.

Sobre el jefe una corona ducal timbra su campo partido y cortado. El flanco diestro viene cuartelado en sotuer con banda perfilada en los cuarteles primero y cuarto, mientras en el segundo y tercero presenta la salutacion angélica AVE MARIA. El campo superior del flanco siniestro está cargado con cinco estrellas en cuadro, y el inferior con un cuarto lunar en posición de menguante.

Este escudo debió estar colocado en la antigua Casa del Concejo y siendo así podría corresponder al blasón de la villa. Debajo existe una lápida fundacional del edificio actual del Ayuntamiento, colocada sobre una inscripción original hoy no legible al quedar debajo, flanqueada por dos pequeñas cabezas humanas y una tercera en la parte superior.

Plazas del Trigo y del Lino

Aquí volvemos a encontrar edificios en su mayor parte de dos y tres alturas, que aún conservan en bastante buen estado los entramados de madera, rellenos de ladrillo de sus plantas superiores, y las fachadas con balcones volados e incluso con galerías acristaladas;  sin embargo, los pies derechos de madera y las columnas de piedra se han ido sustituyendo por pilares de ladrillo y cemento. En la segunda aparece don escudos de armas símbolos del estatus social de las gentes que allí moraban.

Plaza del Lino nº7

En esta amplia vivienda los blasones parecen pertenecer a las familias Eraso yLamadrid. Su escudo está labrado sobre una lápida monolítica, rodeado de elementos apergaminados, con forma cuadrilonga redondeada y doble bordura. Sobre el jefe, yelmo de hidalgo antiguo, con cimera y cuatro grilletas, en posición ligeramente terciada a la diestra.

Cuartelado en cruz, tiene sobre el primer cuartel, tres roeles en posición triangular; en el segundo, tres armiños separados por dos bandas; en el tercero, animal (león?) atado a un árbol en palo; y en el cuarto, dos lobos pasantes a la siniestra y castillo donjonado de tres torres superado por águila esployada. Por su parte mientras la bordura interior viene cargada con ocho flores de lis, en la exterior se inscribe la leyenda: VERITAS DE TERRA OPTA EST ET IVSTITIA DE CELO PROSPEXIT.

Plaza del Lino nº8

Escudo también sobre lápida monolítica, rodeado de elementos vegetales con soporte de leones rampantes. Ofrece forma cuadrilonga redondeada, portando sobre el jefe un yelmo de hidalgo antiguo, con cimera y cinco (seis?) grilletas, en posición frontal. Sobre la cimera, en los ángulos superiores de la lápida se inscriben sendas cabezas humanas que miran frontalmente.

Su campo partido, con el flanco diestro, armado de árbol colocado en palo con raíces en el primer cuartel, y con el siniestro, ocupado  por un castillo donjonado de tres torres, con dos perros encadenados. Con pequeñas diferencias (cabezas, posición frontal del yelmo, etc.) repite los blasones de uno de los existentes en la Plaza Vieja, por lo que debe tratarse del mismo linaje de los Santander, aunque bien pudiera tratarse de una copia moderna.

Calle Ricardo Cortés

Calle Ricardo Cortés nº 24-26 y 49-51

Las viviendas y soportales son en esta zona mucho más sencillos, casas de dos alturas cuyo piso superior se levanta con ladrillo o adobes, materiales generalmente ocultos bajo una trulla encalada, y soportales con toscos pies derechos de madera que apoyan sobre irregulares basas de piedra y sustentan sencillas zapatas también de madera. Las fachadas, aunque abiertas a la vía pública, son muy austeras, limitándose su decoración al encalado de fachadas o al rehundido de las juntas de mortero que unen las hiladas de ladrillos haciendo que éstos sobresalgan.

Calle Ricardo Cortés nº 7

En esta misma vía, aunque mucho más cerca de las plazas centrales del casco urbano, se observa una casa blasonada con las armas de los Cartagena y de la Vega, Quijano y de la Puente, escudos sobre lápidas  monolíticas y rodeados de elementos apergaminados.

Uno de ellos es cuadrilongo, con los cantones y jefe curvilíneos, y punta en la base. Sobre el jefe presenta un yelmo de hidalgo antiguo con cimera, perfil a la diestra y tres grilleta, y justo por debajo la leyenda: CARTAGENA Y DE LA VEGA . Su campo partido contiene, en el flanco diestro, flor de lis; en el siniestro, sotuer con banda perfilada en el primer y cuarto cuartel y salutación angélica AVE MARIA en el segundo y tercero, a su lado castillo almenado, donjonado de tres torres superado de creciente lunar y debajo cinco estrellas en cuadro y espada.

El otro, también cuadrilongo redondeado, con punta en la base y jefe formando tres puntas, presenta en la parte superior de los cantones sendos bustos humanos tenantes que a la vez sujetan una cinta con la leyenda: DE LA PUENTE Y QUIXANO. Su jefe viene rematado por yelmo de hidalgo antiguo, con cimera, perfil a la diestra y tres grilletas. El campo partido, con el flanco diestro, ocupado por un castillo almenado y donjonado de tres torres colocado en puente de tres ojos, sobre un río en cuyo cauce se observa una cabeza humana cortada; encima del mismo puente un caballero montado, armado con lanza, asedia el castillo. En el flanco siniestro, otro caballero montado y armado, superado de tres billetes en banda.

Situada en la plaza homónima, es una de las construcciones civiles más interesantes de la Villa, residencia actual de los marqueses de la Valdavia.

Estructura

El edificio se encuentra integrado por la unión de dos grandes casas solariegas independientes en su día, de dos y tres alturas, que hoy forman una sola vivienda. Se trata de un conjunto con continuas remodelaciones, con un origen quizás en el XV-XVI y fuertemente transformado en los siglos XVII y XVIII, momento este último, en el que quizás se decidió ampliarlo (edificio de tres plantas), organizar y ennoblecer su fachada principal incorporando, en portadas y ventanales, elementos decorativos procedentes de otras construcciones (posiblemente con la misma procedencia que los colocados en el interior del zaguán y que fueron traídos de Santa Cruz de Ribas de Campos).

La mencionada unión de los dos edificios da forma a una vivienda de grandes dimensiones, de planta rectangular, edificada en su mayor parte a base de hiladas de ladrillo dispuestas a soga y a tizón, unidas por gruesos tendeles de mortero. La sillería, generalmente de piedra caliza blanca, parece en su mayor parte aprovechada de construcciones anteriores y se utiliza para enmarcar los vanos y en los esquinales. El edificio así levantado alcanza las tres alturas en el sector más cercano a la Plaza Vieja y dos en el resto.

La fachada presenta un esquema horizontal organizado en sentido longitudinal, abierta a la plaza. Este gran rectángulo tiene una disposición irregular en sus vanos, fruto de la unión de ambos conjuntos y de sus constantes modificaciones; sin embargo es evidente un claro deseo de armonización. Su fábrica se basa en hiladas de ladrillo a soga y a tizón, con las juntas de mortero decoradas con incisiones triangulares practicadas con la paleta.

La actual entrada principal se dispone en la unión entre ambos edificios y aunque se intenta centrarla, aparece algo desplazada. Se trata de un amplio vano casi cuadrado construido en su mayor parte por sillares irregulares de piedra caliza blanca, enmarcado por dos jambas con finas columnas talladas que ostentan pequeños capiteles decorados con motivos vegetales, sobre los que apoyan, a modo de zapatas, dos impostas molduradas, decoradas con motivos figurados a base de leones y elementos vegetales de bulto muy marcado. Presidiendo esta entrada se dispone el escudo de armas labrado sobre dos grandes dinteles rectangulares superpuestos. La puerta se cierra con dobles hojas de madera de roble, gruesas y decoradas con abultados clavos de hierro y un gran llamador.

A su derecha y ya en el piso superior se encuentra la balconada principal cuyo ventanal está enmarcado por dos jambas y un dintel de piedra decorados con relieves platerescos. Las primeras con finas columnillas y capiteles florales, semejantes a los de la portada, entre los que se desarrollan temas de cabezas de ángeles y grutescos, bajo un motivo de cota de escamas. Por su parte el largo dintel monolítico tiene en sus extremos una especie de medallones con cabezas masculinas barbadas, animadas de elementos vegetales y, entre ellos, una justa de caballeros armados y montados a caballo cruzando sus lanzas.

Tanto la portada como la balconada pueden haber formado parte de un mismo conjunto, pero al integrarse en este edificio, la altura insuficiente propició que se dispusiesen en ámbitos separados.

El edificio presenta además otro acceso en el módulo de tres alturas, casi en una esquina de la fachada principal. Es una amplia y sencilla entrada de arco de medio punto de grandes dovelas de piedra caliza blanca que enmarcan la gran puerta de madera de dobles hojas claveteadas. Aunque últimamente destinada a entrada de carros resulta evidente que su función original fue la de entrada principal de una de las casas adosadas, donde se observan sendos escudos de armas.

Casa del M. de la Valdavia

Los blasones y relieves que adornan la fachada, destinados a timbrar el carácter nobiliar de las familias que en ella moraron, viene a quebrar la siempre recia plástica de esta arquitectura civil castellana.

El escudo central es de forma cuadrilonga redondeada, tiene punta en la base y jefe curvado formando tres puntas. En ambos cantones se observan tenantes en forma de salvajes armados con garrotes y en posición de ataque, a cuyos pies se acogen sendos lebreles rampantes.

El campo es partido, con filiera en los bordes de ambos cuarteles. El  diestro contiene un torreón almenado, sobre agua con peces, superado por águila posada con las alas abiertas y cabeza a la diestra, y carga de nueve torres en la filiera. El siniestro, águilas afrontadas superando un creciente lunar ranversado sobre siete estrellas de ocho puntas y un segundo creciente remontando una flor de lis, mientras en su filiera se observan dos ramas en posición de palo y dos cruces treboladas. Todos estos blasones se aprecian, en diferentes combinaciones en el monumento funerario de la familia Santander – Osorio en la Iglesia parroquial.

En cuanto a los escudos de la portada secundaria, el primero, situado en la albanega izquierda del arco, tiene sobre el jefe apuntado una cabeza de águila con perfil a la siniestra, cuyas garras lo sujetan en el centro de los cantones, y cuya  cola abierta en abanico se aparece bajo la punta. Su campo viene cuartelado en cruz, con una serie de figuras idénticas a uno de los cuatro existentes en el sarcófago de los Santander-Osorio ya mencionado. En el primer cuartel, castillo donjonado de tres torres; en el segundo flor de lis; en el tercero, nueve estrellas de ocho puntas en cuadro de tres por tres; y en el cuarto, árbol en posición de palo, afrutado y con raíces, con león atado al tronco en posición rampante.

El de la albanega derecha es cuadrilongo redondeado con punta y rodeado de elementos apergaminados, presenta en el jefe, yelmo de hidalgo antiguo con perfil a la diestra, pequeña cimera y visera levantada sobre tres grilletas. El campo es partido, con escusón sobre el todo. En el flanco diestro, dos billetes en posición de palo con figuras en relieve superando un torreón almenado y donjonado de una torre, flanquedado por las letras B y B. En el flanco siniestro, ocho cruces de San Andrés dispuestas a lo largo del borde rodeando cinco aves a la diestra (águilas pasmadas?). Sobre el campo del escusón dos lobos pasantes en palo. Este emblema del escusón es el de la familia Eraso, entre cuyas armas se encuentran también las ocho aspas que aparecen en el segundo cuartel.

Junto a las entradas, en esta planta baja se abren cincos vanos, dos de los cuales se sitúan entre las puertas. Se trata de pequeñas ventanas cuadradas, enmarcadas por grandes sillares de piedra caliza blanca y protegidas por rejas de forja. Una de ellas cuenta como dintel con tres lápidas superpuestas, decoradas con relieves de motivos figurados y un escudo de armas.

Éste, situado en el sillar central, tiene forma cuadrilonga redondeada con punta en la base, con el jefe coronado por un  pequeño yelmo de ennoblecido, con cimera y visera cerrada, en posición de perfil. El campo está cuartelado en cruz con carga en la bordura. En el primer cuartel águila esployada, en el segundo cruz de San Andrés con una caldera en cada uno de los ángulos del sotuer, en el tercero torreón donjonado de una torre, en el cuarto creciente lunar ranversado rodeado de seis estrellas, y en la filiera ocho flores de lis. Por debajo, una inscripción con letras capitales dispuestas en dos líneas hace referencia a las familias Santander y Manríquez: ESTAS SON LAS CASAS DE LOS SANTANDERES Y DE LOS MANRIQUEZ HURTADOS DE ……… .

Sobre el conjunto anterior se encuentra una lápida rectangular labrada con un relieve muy marcado casi de bulto redondo.

En la parte superior tiene un remate  a modo de cornisa con inscripción incompleta (…ISEI…). La figura central parece corresponder a la Virgen María dispuesta sobre un creciente lunar, estando enmarcada por sendas figuras bajo arcos/hornacinas vegetales: la derecha, sin cabeza, parece corresponder a San Cristóbal; la izquierda, sólo conservada de cintura para abajo, es un personaje no identificado colocado de rodillas.

La lápida que forma el dintel de la ventana tiene tallado en relieve (por su parte superior y laterales) un elemento alargado a modo de cordón vegetal y en la parte inferior inscripción en hueco con letras capitales dispuestas en tres líneas: ESTAS SON LAS CASAS DE LOS SANTANDERES Y COLMENARES …….….. CONTRA BELLETRIA.  La decoración central consta de un tema de justa entre caballeros, con armadura completa que cruzan sus lanzas, montados en caballos vestidos.

La decoración del edificio se remata con esquinales de piedra, alguno de los cuales tiene tallados cabezas de animales (leones?) a modo de gárgolas. Todo el conjunto se remata con un amplio alero de madera con cabezales tallados, y, en la parte más elevada de la vivienda, una cornisa de piedra, con poco vuelo, formada por la sucesión decreciente de varias molduras (cañas y boceles) que sustentan amplios tejados a dos aguas cubiertos con doble teja.

Para terminar, señalar que la vivienda se completa con un amplio corral trasero, con entrada independiente desde la calle, en el que se ubican cuadras, almacenes, bodegas, etc.

Las crónicas musulmanas que describen la campaña de Almanzor del año 995 contra el Reino Leonés y el Condado de Saldaña citan la toma de la capital de este condado, a la que denominan Santa María. Para algunos autores esta denominación procede de la advocación de una iglesia cercana a la fortaleza que ya en la Baja Edad Media era conocida como santa María del Castillo.

Origen y estructura

En 1988, en el pago de Valfrío, un pequeño montículo arcilloso cercano a las actuales ruinas del castillo, las excavaciones arqueológicas allí realizadas pusieron al descubierto los restos de una estructura religiosa, de unos 10 metros de largo por unos 8 de ancho, de una sola nave con cabecera semicircular, orientada al este y de la que no se conservaba el muro de cierre de los pies; edificada con muros de un metro de espesor construidos con mampostería de canto rodado y  mortero de cal y arena.

Dichos restos estructurales se interpretan como una posible ermita o capilla, a la que se asocia, tanto exterior como interiormente, una necrópolis, con dos fases de enterramientos en fosa simple y sin ajuar.

Durante el proceso de excavación se recuperó un importante lote de materiales arqueológicos, entre los que destaca una serie de objetos cerámicos de factura similar a las producciones documentadas en los talleres alfareros de la cercana Morterona; y sobre todo un interesante conjunto de objetos litúrgicos de peltre (cálices, patenas y vinajeras) que junto con el material numismático documentado permitieron fechar esta estructura entre finales del XII y los últimos años del XIV, planteando la posibilidad de que la primera fase de la necrópolis (bajo los muros del edificio) pueda llevarse a fines del X o principios del XI.

A partir de estos hechos se planteó la hipótesis de que el edificio se trate de una reconstrucción de la iglesia conocida como Santa María del Castillo, que fue destruida, junto con una fortaleza próxima, en la campaña de Almanzor del año 995.

La iglesia que en el XVI se cita como Santa María de Valfrío fue anexionada a la parroquial de San Miguel por las mismas fechas.

Se ubica en el pago conocido como “El Soto”, en la margen derecha del río Carrión, con una superficie superior a los treinta mil metros cuadrados, entre dos de los puentes que existen dentro del casco urbano de la Villa.

El acceso principal se efectúa desde la Avenida José Quintana, a través de una larga verja de ladrillo y sillería, con una gran reja de forja procedente de una finca particular y donada por D. Javier Cortes, cuyo nombre identifica este conjunto natural.

Este espacio viene acondicionándose desde el año 1986 y en él conviven las nuevas zonas verdes con la ribera original del río, que delimita todo el parque por su sector oriental y llega a integrar el último tramo de este gran jardín.

El primer tramo del parque está constituido por un jardín paisajista en el que se integran varias estructuras, como zonas recreativas infantiles (reproducción de un pequeño castillo y diversos juegos), una fuente, la amplia plaza con sus pérgolas, templete y palomar, la bolera, un amplio estanque circular y varias pajareras. Todas estas construcciones se comunican entre sí por cómodos paseos y zonas ajardinadas, entre las que se intercalan bancos y mesas, adornándose con una gran variedad de árboles, arbustos y pequeñas flores entre las que destacan las acacias, sequoias, cedros, aliantos, catalpas, olivos, arces, rosales, romeros y tejos, que contrastan con el verdor de amplias superficies plantadas de césped y flores. Esta variedad paisajística se completa con la gran diversidad de aves que podemos encontrar en las pajareras o en semilibertad por todo el jardín, como pavos reales, anátidas, faisanes, especies tropicales y otras, además de truchas en el estanque.

A partir de este sector, el parque adquiere un carácter más naturalista. Diversos cauces salen del río y del estanque, formando arroyos serpenteantes e isletas, comunicadas por pasarelas y pequeños puentes de madera. La vegetación propia de la ribera del Carrión invade esta zona, dominando ahora los alisos, sauces, chopos y fresnos, que crecen junto a las nuevas plantaciones de abedules, álamos, pinos, rosales, etc.. También los animales autóctonos parecen dominar aquí sobre las especies introducidas en el jardín, siendo frecuente observar aves como carboneros, lavanderas, pito real, mirlos, ruiseñores y tórtolas; mientras en las aguas del río y arroyos menudean peces como las truchas, bogas, barbos y gobios.

El último tramo comprende una nueva área recreativa infantil y un amplio mirador sobre el Carrión, desde el que tenemos una de las mejores vistas del Puente Viejo y donde se ubica otra entrada secundaria al parque. Este conecta además, por su sector occidental tanto con el camping de la localidad, como con el amplio complejo deportivo del municipio, formado por piscinas, pistas de tenis, atletismo y polideportivas, frontón y campo de fútbol; integrando un privilegiado espacio para el ocio.

Antigua plaza mayor de la Villa, no lejos del castillo, remonta sus orígenes a los siglos X-XI, época de esplendor del Condado de Saldaña, aunque el conjunto actual es en gran parte obra del XVI al XVIII. Testigo privilegiado de la historia saldañesa y solar de las casas de los linajes más ilustres de la Villa, como los Cartagena (en cuya morada parece pernoctó Fernando el Católico, con motivo de una cacería real entorno a 1508, como consta en el Archivo parroquial de Villalafuente). Es de una gran belleza, elegante en su sencillez, sin duda uno de los elementos urbanos mejor conservados de la Comunidad castellano-leonesa, restaurado entre los años 1988 y 1996, y declarado centro del Conjunto Histórico Artístico en 1995.

 

   

Estructura

Tiene planta con tendencia rectangular, pavimentada con cantos rodados, y entradas en las cuatro esquinas. Las construcciones que la forman  son generalmente de dos alturas y, excepto en un caso, de modestas dimensiones, asentadas sobre parcelas rectangulares y estrechas, empleándose con profusión los entramados de madera.

El piso bajo se construye sobre un zócalo de mampostería de cantos rodados, sobre el que se levantan las hiladas de ladrillo macizo dispuestas a soga y a tizón y unidas por argamasa de cal y arena. Sobre esta planta se levanta el segundo piso con una estructura más ligera de postes rematados con zapatas, unidos por carreras horizontales y tornapuntas diagonales. Estas tramas de pino y roble a veces se complican con la sucesión intermedia de postes más pequeños y maderos tableados horizontales a poco más de un metro de altura sobre la carrera. El relleno es en su mayoría de ladrillo, colocado sobre todo a soga y a tizón, con escasas hiladas dispuestas en espina de pez. Es frecuente también encontrar edificios donde estos complicados entramados arrancan desde el suelo, apoyando los postes sobre basamentos de piedra.

El elemento más característico del conjunto es el soportal, pavimentado con piedra y formado por pies derechos de madera (de sección circular o cuadrada) o por columnas y pilares de piedra que sustentan zapatas de madera (en su mayoría con formas de tronco de pirámide invertida) o sencillos capiteles de piedra (con volutas de orden jónico o diversas molduras de tipo dórico, a veces decorados con pequeños escudos de armas). Estos “poyos” se alzan sobre basas de piedra de formas muy variadas (simples cubos, basas con diversas molduras de tipo jónico y corintio, trapecios truncados…), hechas generalmente en caliza blanca.

La fachada principal se orientada hacia el interior de la plaza y tiene vanos bastante amplios y dispuestos regularmente. En la planta baja, la puerta rectangular suele estar centrada y flanqueada por dos amplias ventanas; en el piso superior se disponen dos o tres ventanas también rectangulares y a veces se dispone un balcón volado decorado con labores de forja. Todos estos huecos se enmarcan con madera y a veces presentan dinteles de ladrillo dispuestos a sardinel. El conjunto queda rematado con una cornisa de amplio alero, con canecillos de madera tallados, que sustentan los tejados a dos aguas donde sobresale una gran variedad de chimeneas de ladrillo.

La parte posterior de la vivienda se resuelve de varias formas, presentando pequeños patios o corrales con acceso desde esta trasera, o en algún caso con modestos voladizos.

Al contrario de como hoy lo observamos, todo el conjunto podía ir enfoscado, dejando a la vista las cabezas de la viguería. Las viviendas se adosan unas a otras mediante medianerías, también con entramados, hasta configurar la plaza y las entradas en sus esquinas.

Escudos de Armas

Alguna de ellas se decora con ostentosos escudos de armas, fechados en el siglo XVIII, momento en el cual también se generalizan los balcones, el mayor vuelo de los aleros y el ennoblecimiento de los materiales de construcción (sustituyendo rellenos de adobe por ladrillo).

Plaza vieja nº 3-9

Es la casa de mayor tamaño de la plaza y, sobre el centro de la fachada superior, en línea con la antigua puerta principal con arco de medio punto (hoy condenada), se dispusieron los blasones de la familia Santander, presentes también en las capillas funerarias de la iglesia de San Miguel.

Se trata de un escudo de tres piezas (una el escudo propiamente dicho y las otras dos los leones de soporte), rodeado de elementos vegetales. Tiene forma cuadrilonga redondeada con soporte de leones rampantes en ambos cantones y, sobre el jefe, yelmo de hidalgo antiguo, con cimera y cinco grilletas, en posición ligeramente terciada a la diestra.

Su campo es partido, disponiéndose en el flanco diestro, un árbol colocado en palo con raíces que penetran en un montículo, y dentro del flanco siniestro, un castillo almenado y donjonado de tres torres, con dos perros encadenados guardando la puerta y peñas con ondas de agua en la base.

Plaza vieja nº 25-26

Se sitúa en frente del anterior, sobre uno de los escasos edificios de tres plantas, en el centro de la fachada y sobre una gran balconada. Desconocemos el origen de esta heráldica familiar, tal vez relacionada, al menos parcialmente con la familia Calderón, que disfrutaba de capilla sepulcral en la misma iglesia de San Miguel.

Es un escudo de tres piezas, con forma cuadrilonga redondeada con la punta abierta en forma de dos volutas, que se encuentra rodeado de elementos vegetales con un corto cordón. Sobre el jefe, yelmo de hidalgo antiguo, con cimera y tres grilletas, en posición ligeramente terciada a la diestra.

El campo se representa cuartelado en cruz, conteniendo: en el primer cuartel, grifo rampante en posición contornada; en el segundo, pierna armada cubierta con estandarte y caldera colgada de cadena; en el tercero, caldera colgada de cadena; y en el cuarto un águila esployada.

Plaza vieja nº 14

En el tambor superior de la única columna de esta vivienda se observa un escudo de forma cuadrilonga con los cantones curvilíneos y punta en la base. Tiene el campo partido, presentando en flanco diestro, terciado en barra y el siniestro, castillo almenado y donjonado de tres torres, superado por un águila con cabeza a la diestra.

Mientras los blasones del primer cuartel parecen corresponder a la familia Mendoza (o tal vez de la Vega), los del segundo son los de la familia Lamadrid.

Plaza vieja nº 15

Este edificio, trasunto de la antigua Casa del Concejo, tiene fachadas tanto a esta plaza como a la contigua del Marqués de la Valdavia, comunicadas con un amplio soportal sostenido por todo él por columnas de piedra.

En sus inmediaciones parece que se alzó una antigua iglesia regida bajo la advocación de San Esteban, tenido por patrono del Concejo; así la profusión de columnas de piedra, hecho único en la plaza, tal vez tenga que ver con ella. Es precisamente en la parte superior de estas columnas donde encontramos un conjunto de nueve escudos.

Ocho de ellas y un pilar presentan las armas de las familias Mendoza (duques del Infantado, señores de la Villa) y de la Vega.

Tienen formas cuadrilongas redondeadas, de cantones rectos o curvilíneos, con o sin punta en la base. El campo, siempre cuartelado en sotuer, contiene en los cuarteles primero y cuarto, una banda perfilada; y en el segundo y tercero, la salutación angélica AVE MARIA.

El último escudo del conjunto se encuentra sobre capitel de una columna orientada ya a la Plazuela Marqués de la Valdavia, desconociéndose el origen familiar de sus armas. Es de forma cuadrilonga redondeada, con punta en la base y jefe curvado formando tres puntas (en el centro y los ángulos de los cantones diestro y siniestro).

El campo contiene una faja superada de creciente lunar ranversado y la bordura armada de cuatro osos al paso (sobre el jefe, bajo la punta y en los cantones) separados por castillos donjonados de tres torres.

En relación con la salutación AVE MARIA, presente en escudo de Saldaña, vinculada a los linajes Mendoza y de la Vega, hay que señalar que Garcilaso de la Vega, ilustre personaje de esta estirpe familiar, se cubrió de gloria en la batalla de Salado, librada contra los musulmanes el 30 de octubre de 1340. Según parece fue el primero en cruzar el río y matar a un enemigo que traía despectivamente colgada de la cola de su caballo una cinta con la leyenda AVE MARIA. A partir de entonces el paladín (y magnífico escritor) la incorporaría con letras celestes a su blasón familiar liso en oro.

El matrimonio de Leonor de la Vega con Iñigo Hurtado de Mendoza hizo que dicha frase escrita en letras azules se sumara al escudo de los Mendoza, Duques del Infantado, que hasta entonces consistía en un césped verde orlado con una banda roja, como insignia de la banda que usaba el Cid en las batallas.

Desde que en 1475 el segundo Marqués de Santillana (por cierto otro escritor señero), que unía a sus títulos el de Conde de Saldaña, recibiera el de Duque del Infantado propició que el angélico saludo AVE MARIA campee en el blasón de la Villa.

Pequeña plaza rectangular, uno de cuyos lados se encuentra definido por la iglesia de San Pedro, mientras en dos de los restantes se levantan sendas casas señoriales que configuran  un espacio urbano típico de la arquitectura castellana tradicional.

Plazuela de San Pedro, nº2

Es una vivienda de dos alturas, con la planta superior aparejada con un complicado entramado de madera, a base de postes con zapatas, carreras y cruces de San Andrés, realizados en madera de pino y roble, con relleno de ladrillo. Dicho entramado es visible en uno de sus lados, pues el resto de la edificación oculta su estructura interna con un forro de ladrillo o con revocos. La cubierta a dos aguas se prolonga en un amplio alero de madera, con canecillos tallados en el lado de la fachada.

Esta se orienta hacia la plaza, formando un gran rectángulo en el que los vanos se disponen regularmente. Fue construida en su mayor parte a base de hiladas de ladrillo dispuestas a soga y a tizón, animadas por la práctica de incisiones triangulares en las juntas del mortero que las une. La sillería de piedra caliza blanca se reserva para los esquinales y la portada, donde forma un amplio vano de acceso, con dintel dovelado, flanqueado por dos pequeñas ventanas con dintel de ladrillo a sardinel y protegidas por rejas de forja empotradas en el hueco.

Sobre la entrada se dispone el blasón de los antiguos propietarios, la familia de la Vega, entre dos balcones decorados con labores de forja y dos ventanas más amplias que las del piso inferior y sin rejas, también rematadas con dinteles de ladrillo a sardinel.

El escudo, labrado sobre una lápida monolítica, aparece rodeado de elementos vegetales, y es cuadrilongo redondeado, con punta en la base y jefe curvado sobre el que se dispone un yelmo de ennoblecido, con cimera y visera cerrada, en posición de perfil a la diestra. El campo superior medio partido y el inferior terciado por un cuartel entado en la punta. Viene cargados de las figuras siguientes: en el primer cuartel, terciado en barra con la salutación AVE MARIA; en el segundo, cabeza masculina coronada de perfil a la diestra; en el tercero, siete estrellas rodeando un creciente lunar; en el cuarto, castillo almenado y donjonado de tres torres; y en el quinto, tres espadas con la punta hacia abajo.

Aunque transformada por restauraciones modernas, en la parte opuesta de la casa parece haberse situado un amplio corral, quizás con ingreso directo desde la calle posterior mediante un portón o trasera.

La Casona

En esta misma plaza, frente a la Iglesia de San Pedro, se levanta el edificio conocido popularmente con el nombre señalado. Gran construcción con planta casi cuadrada que procede de la arquitectura renacentista, disponiéndose la vivienda alrededor de un amplio patio porticado igualmente cuadrado.

El edificio se construye a partir de un zócalo de mampostería de cantos rodados. Los muros en su mayor parte se levantan a base de combinar verdugadas de ladrillo dispuestas a soga y tizón, con rellenos de adobe, tapial o mampostería de cantos, revocados, quedando la sillería reservada a los esquinales y la portada.

Su gran fachada se abre hacia la plaza y constituye un gran rectángulo ordenado casi simétricamente. En el centro se encuentra la puerta principal, gran vano rectangular de sillería de piedra caliza blanca con dintel adovelado, enmarcado por dos ventanas a cada lado, con dinteles de madera y cerradas con rejas de forja empotradas en los huecos. Sobre esta portada se dispone el balcón volado, decorado con labores de forja, acompañado de otras dos ventanas a cada lado.

Tanto la fachada como el resto del edificio remata en una amplia y complicada cornisa, construida ganado vuelo mediante la sucesión de molduras de teja curva y ladrillos a sardinel. La cubierta a cuatro aguas se dispone mediante limatesas y limahoyas que vierten el agua tanto hacia la calle como hacia el patio central. El edificio además presenta una fachada secundaria hacia la calle Las Escuelas, una tercera hacia un huerto cerrado y otra hacia la calle de La Cochera, todas más modestas que la principal, pero con una organización muy similar.

Su interior, aunque muy transformado, permite intuir la distribución de las estancias. La vivienda se disponía alrededor de un patio cuadrado porticado, con grandes pies derechos en madera de olmo, a modo de columnas sobre un zócalo. Rematan en zapatas que sustentan la viguería del piso superior, también porticado aunque con soportes mucho más ligeros que arrancan desde el piso y se unen por medio de una barandilla, todo ello de madera. Las zapatas de este segundo piso sustentan la cornisa formada por un triple alero de madera con canecillos tallados. El piso bajo tiene en el patio un empedrado de grandes cantos de río que tratan de imitar el pavimento original destruido y, en el centro, un pozo con brocal de piedra. Este solado se convierte en las galerías circundantes en un fino empedrado que forma motivos geométricos.

En la parte opuesta a la fachada debieron situarse un amplio corral y las dependencias auxiliares (cuadras, pajares, paneras, bodegas, viviendas del servicio, etc.), a las que se ingresaba directamente desde la calle a través de un portón.

En su interior se guardan objetos arqueológicos de épocas prerromana (gran tinaja de almacenamiento) y romana, procedentes del cerro de la Morterona (estelas funerarias, molinos de mano), de la Olmeda (tégulas y cuernas de ciervo), junto a elementos  románicos recuperados de la verja que cierra actualmente el parque público (basa y capitel de la escuela de Aguilar de Campoo) y objetos curiosos como un escudo de burda labra recuperado en una casa de la Plaza Vieja, donde había sido convertido en base de una letrina, o la maquinaria del reloj de la antigua Casa Consistorial de la localidad.