La tradición popular y las fuentes documentales reflejan la existencia en Saldaña de una variada actividad artesanal, incluso el nombre de alguna de sus calles (El Tinte, Alfareros) nos siguen recordando estos viejos oficios. Hasta mediados del siglo XIX está atestiguada la presencia de alfareros, tejedores de lienzo, sayales y estameñas, curtidores, carpinteros, herreros, etc., desapareciendo ya en fechas más recientes los últimos carreteros, cuyos carros eran muy apreciados en la provincia.
El la actualidad muchas de estas profesiones han desaparecido. Sin embargo la artesanía sigue teniendo cierta actividad en la villa con la labor de personas que ya de una forma profesional o como distracción se dedican a elaborar estos productos.
En este momento el sector de la madera es sin lugar a dudas la manufactura más extendida. Muchos de los actuales artesanos se iniciaron en este oficio en los años cincuenta en torno a los talleres de un anticuario de la localidad donde se dedicaron a la restauración de arcones, bargueños, armarios, etc. Hoy estos ebanistas (José Luis Morán, Carlos Villafruela, José Luis Peláez, Carlos y Luis M. Álvarez) conjugan los trabajos de restauración con la elaboración de muebles castellanos que imitan formas populares. Las piezas más frecuentes son los arcones, las alacenas y las mesas. Mobiliario sólido y robusto que a veces se embellece con tallas en las que predominan los motivos geométricos y vegetales (arquerías góticas, rosetones, estrellas, etc.).
El resto de actividades reúnen un número menor de artesanos. Encontramos productos como la cestería de mimbre y el encaje de bolillos, la marroquinería, la forja, la elaboración de aparejos de pesca (“moscas”)…
Entre todas ellas quizás la más llamativa sea la fabricación de mosaicos de técnica romana. El origen de esta actividad artesanal está relacionado con el descubrimiento de la villa romana de La Olmeda y la labor restauradora en ella realizada. Domiciano Ríos, uno de los conservadores del yacimiento, comenzó a aplicar sus conocimientos sobre estos pavimentos en la elaboración de mosaicos. Con pequeñas teselas de piedra de variados colores confecciona paneles en los que predominan los motivos clásicos y las reproducciones de originales romanos. Hoy algunas de sus obras adornan la Universidad de Valladolid, el Santuario de la Virgen del Valle, etc.
Por último, no podemos olvidar la fundición de Campanas Quintana, actividad a caballo entre la artesanía y la industria. Esta empresa familiar viene trabajando el bronce desde al menos el siglo XIX. En el año 187 su centro de producción se encontraba en el pueblo santanderino de Arnuero, desde el que se desplazaban en busca de trabajo y allí donde lo encontraban elaboraban la campana. Ya en 1952 se afincan definitivamente en Saldaña. Sus antiguos talleres se han transformado en una moderna nave industrial en la que los nuevos avances tecnológicos se han adaptado al tradicional proceso de fundición de campanas. Además su producción se ha diversificado y así junto a las campanas hoy encontramos grandes relojes o carrillones con sonerías eléctricas.
Campanas Quintana es una de las pocas industrias de este tipo existentes en España, siendo sus productos demandados por una gran cantidad de países. En su afán por dar a conocer la importancia histórica que han tenido las campanas y la necesidad de proteger este patrimonio, la familia Quintana ha reunido una interesante colección que hoy podemos contemplar en el Centro Etnográfico que Joaquín Díaz ha creado en Urueña (Valladolid).
Resulta evidente que toda esta actividad artesanal que identifica a Saldaña incluso fuera de nuestras fronteras debiera dar origen a un museo que añadido a la oferta turística de la localidad habría de servir de escaparate para los productos y atracción de nuevos visitantes. Edificios municipales como La Casona parecen
pedirlo a gritos.
Imágenes de la Fundición de Campanas Quintana
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