Se trata de una celebración religiosa de gran arraigo en la villa, en la que destacan los desfiles procesionales del Domingo de Ramos y Viernes Santo. Durante el Jueves y Viernes Santo, al margen de los actos religiosos, en los bares y cafeterías se tiran las famosas “charpas”. Algunos han querido ver en este juego de azar un recuerdo de la partida de dados con la que se jugaron los soldados romanos las túnicas de Cristo. El “charpeo”consiste en lanzar al aire dos monedas de cobre, “las charpas”, intentando que al caer “casen dos caras” (los anversos). Si “casan lises” (los reversos), el jugador pierde su apuesta, pero si se llega a “casar tres caras”, ganará siete veces lo apostado, mientras que si sale “cara y lis”, repetirá la tirada. Son partidas que llegan a concentrar una gran cantidad de público por su gran tradición y también por las altas apuestas que llegan a realizarse.
El lunes siguiente al Domingo de Resurrección es el conocido como “Lunes de los Huevos”, cuando los vecinos de la localidad se juntan en cuadrillas para comer la tradicional tortilla de patatas en los alrededores del pueblo.